Capítulo 4: El trato

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Abraham

Cierro la puerta de la habitación. No sé exactamente lo que quería Gema e intento convencerme de que tampoco me importa. Ruedo los ojos mientras tengo una lucha interna, en verdad siempre termina despertando mi curiosidad.

Abro la puerta de nuevo, dispuesto a averiguar el motivo por el cuál, ella que es tan orgullosa, ha venido a verme. Allí me encuentro con el señor Thomas, ese hombre mayor con el que estoy a punto de cerrar un gran negocio.

—Abraham, no deberías pelear tan fuerte con tu esposa. Parece dolida de verdad. —¿Esposa? Creo que se ha formado una idea errónea de nosotros dos pero no estoy seguro de lo que debo decir. Por lo que sé de él, es alguien muy hogareño y familiar. Si le digo que no tenemos ese tipo de relación, haciéndole quedar en ridículo, me puedo quedar sin negocio.

—Tiene un carácter muy fuerte —digo sin pensarlo demasiado. En verdad, no es ninguna mentira. Así es Gema.

—Ve por ella y arréglalo, espero que me la puedas presentar de manera formal en la fiesta de la semana que viene. Tal vez, podamos cerrar nuestro trato. —Da media vuelta y se marcha dejándome con un enorme marrón. No tengo otra opción, ya pensaré que hacer más adelante.

—¡Gema! —La llamo y la sigo, pero ella se hace la sorda. La tomo del brazo y tiro de ella. No está por la labor de dejarse atrapar. —¿Estás sorda? Tenemos que hablar.

—Ahora soy yo la que no te quiere escuchar. —Esa chulería que tanto la caracteriza me pone de los nervios. Intento pensar en algo para hacer que me escuche y sin pensarlo, las palabras salen de mi boca.

—Te devolveré la emisora. —Abre los ojos sin creer lo que acabo de decir. En verdad, ni yo mismo me lo creo.

—¿Qué? ¿A cambio de qué?

—De eso es de lo que tenemos que hablar.

Casi arrastras, la vuelvo a meter en la habitación. Cierro la puerta y la dejo ir, ella me mira todavía sin creer en mis palabras. Abraham te estás metiendo en un camino peligroso, alejo ese pensamiento aunque sé que es cierto.

—¿Vas a devolverme la emisora? ¿O es solo una de tus mentiras? Si es así, me voy. —Me pongo delante de ella para impedirle que se marche.

—Vamos a negociar. —Niega con la cabeza, este va a ser el negocio más difícil de mi vida.

—No. Quiero mi emisora, ahora. Firmado y todo clarito. No quiero letra pequeña ni que tengas nada que ver con ella.

No puedo evitar que se me escape una sonrisa con amargura. —En definitiva, quieres deshacerte de mí. —Nos miramos fijamente sin decir nada más. Decido que lo más sensato para esta situación, será ponerme en modo empresario. Debo ser realista, necesito que acceda a ayudarme o estaré perdido. Tampoco es algo que me haga excesiva ilusión.

—Di lo que tengas que decir. No perdamos el tiempo ninguno de los dos. Sinceramente, jamás pensé volver a verte. —Le hago una señal para indicarle que se siente. No necesitamos estar de pie para hablar las cosas.

—Ya te lo he dicho, tendremos que negociar. Un favor a cambio de otro favor. —Me mira perspicaz, siempre ha sido inteligente.

—¿Qué puede querer un multimillonario de mí? Lo único que tengo está en tu poder ahora mismo.

—Te quiero a ti. —Las palabras salen de mi boca sin pasar antes por mi cerebro. Veo como traga saliva y abre los ojos como platos. Ninguno de los dos esperaba mi declaración.

Cuando te vea de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora