Capítulo 8: La fiesta del agua

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Abraham

Cierro la maleta definitivamente y tomo aire pensando en que esto se está convirtiendo en una verdadera locura. Lo que tengo que hacer para poder seguir con mis negocios...

Niego con la cabeza e intento no pensarlo demasiado, sé que me voy a meter en problemas al compartir tiempo y espacio con Gema. Pero es lo que necesito hacer para poder cerrar este gran negocio.

Decido no cancelar la reserva en el hotel por si terminamos matándonos, cosa que no sería de extrañar. No estoy seguro del lugar en el que nos vamos a meter, se lo dejé a la mujer de la inmobiliaria con la condición de encontrar un lugar para entrar a vivir de inmediato.

Subo a un coche de la empresa y voy hacia la casa de Gema. Llamo a la puerta y empiezo a desesperarme cuando tarda más de lo que debería. ¿Cómo es posible que todavía no esté lista? Esto es algo que había olvidado de convivir con mujeres. No es lo mismo pasar la noche con una y olvidarla a la mañana siguiente, sin ningún tipo de responsabilidad, que tener que lidiar con todo lo que una mujer conlleva.

La puerta se abre y la veo salir con una maleta y una caja. Enarco una ceja y me dispongo a soltar un bufido, pero ella se me adelanta.

-Será mejor que nos demos prisa antes de que se haga más tarde. Y espero que pongas todo de tu parte ya que has sido el que ha propuesto esta locura -dice sin mirarme. Se dirige al coche y lo mete todo en el maletero excepto la caja que decide llevarla sobre sus piernas. ¿Qué habrá dentro? La curiosidad que nunca antes he sentido, ella la ha despertado de inmediato.

Decido no darle más vueltas, viviremos en el mismo lugar así que terminaré descubriendo que hay ahí dentro. El navegador nos lleva a la dirección que la mujer de la inmobiliaria me mandó anoche. Detengo el coche delante de un edificio que parece bastante nuevo. Mis ojos se encuentran con los de Gema y bajamos del coche para asegurarnos de que es aquí.

-¿Me has propuesto este plan loco y ni te has molestado en buscar el lugar en el que nos vamos a meter? No sé de qué me sorprendo... -dice metiéndose en el ascensor. La sigo a regañadientes, esta convivencia va a ser complicada. ¿Qué esperabas? Me recrimino a mí mismo.

Abro la puerta del apartamento y siento como mi enfado empieza a nacer y crecer. ¿Qué coño es esto?

Gema me adelanta y empieza a recorrer el pequeño piso.

-Esto es una jodida ratonera. ¡Esa mujer es una incompetente! Me van a oír en esa inmobiliaria de pacotilla. ¿La mejor del país? Menuda broma más absurda.

-Odio eso del Abraham en el que te has convertido. -Sus palabras hacen que me calle al instante y la mire fijamente. Ella está mirando por la ventana, de espaldas a mí.

-¿A qué te refieres? -Su comentario me ha dolido, aunque no debería afectarme en lo más mínimo.

-Te quejas por todo. Recuerdo que hace unos años vivíamos en un lugar más pequeño que este... y fuimos felices. -Estas últimas palabras las dice tan bajito que no estoy seguro de haber escuchado bien. Tomo aire y reflexiono sobre ello, todo lo que ha dicho es cierto y solamente somos dos personas. No es como si fuésemos a vivir aquí toda la vida. Ese pensamiento me provoca una punzada en el corazón. Una vez creí que viviríamos toda una vida en nuestro pequeño mundo lleno de ilusiones y sentimientos. Pensamos que el amor lo podría todo... fuimos ilusos y estúpidos.

El móvil empieza a sonar desde el interior de mi bolsillo, decido salir del pequeño lugar para atender la llamada, es algo de negocios.

Cuando termino la llamada con todo claro el móvil vuelve a sonar, pero esta vez es el señor Thomas. Aclaro mi voz y suavizo el tono autoritario que he utilizado en la llamada anterior.

Cuando te vea de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora