Prefacio | El inicio de todo

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El calendario pegado del fondo de la pared acababa de ser limpiado, y en el día de hoy, apenas notable por los comentarios que había hecho en los recuadros de los días previos, estaba encerrado con plumón rojo como el fin de una era.

Aquella mañana se cumplieron los tres años de su llegada a Gulag, y por lo tanto, era su último día encerrado en el complejo de Katorga entre las montañas de Siberia.

Inspiró con lentitud. Exhaló.

La habitación se encontraba vacía. De eso se había encargado él con anticipación. Algunas cajas continuaron amontonadas en pilas a un lado de la sala mientras que en el centro, con lo único que no se había tomado la molestia de guardar, una vieja mesa de madera astillada mantenía a duras penas su maletín y la carpeta que le habían hecho llegar minutos atrás. Dudó un momento en llevarla para leerla en el recorrido, pero cuando el reloj marcó veinte para las siete y se percató que perdería el bus, se colocó su abrigo y la sostuvo todo el camino.

Aun así, Kabuto era consciente que no tenía que leerla para saber qué le escribían.

Antes de ingresar al programa, ellos se encargaron de hacerle firmar un archivo de confidencialidad. Tras escalar en los puestos de confianza, repitieron su actuar con su hoja de vida y lo borraron de la existencia antes de encerrarlo en el corazón de la organización como una rata más. El general de las fuerzas armadas rusas, un hombre al que solo había visto dos veces en su vida, se lo había hecho llegar muy sutilmente en la última reunión que tuvieron en el cuartel de Chukotka, un búnker en el norte del mundo, donde la muerte era una vieja conocida.

Los documentos bajo su brazo, escritos con el sello de confidencialidad en letras rojas, solo repetían lo dicho en su reunión, solo por si se había llegado a olvidar.

Intimidándolo.

Aun así, Kabuto mantuvo su frente en alto cuando se detuvo en la corroída parada de buses y las cámaras apuntaron a él, vigilándolo aun en su último día atrapado en el lugar.

No les demostraría miedo, no si había conseguido evitarlo por tantos años. No si en los documentos, su nombre figuraba como interno en Chukotka, donde las temperaturas de menos de cincuenta grados fueron mortales para los internos que habían sellado su final hacia tres años.

Si habían buscado una manera de deshacerse de él, era esta. Su destino estaba marcado, estaba dejando de ser útil para la nación.

El bus se detuvo tras una nube de humo golpeándolo en la cara. Con una luz parpadeante, la puerta del vehículo se abrió y un bigotudo hombre le ordenó que subiera con un movimiento de cabeza. Era la ruta de los departamentos científicos a Gulag, el hospital y centro de investigación que manejaba Katorga.

Katorga era una ciudad militar, escondida entre los bosques de las montañas y el desierto polar, en medio de la nada y bordeando un pequeño río que alimentaba las granjas a la periferia del residentado militar. Con apenas ochenta años de existencia para el estado, y una leyenda para el resto del mundo. Conocer su existencia sólo representaba trabajar para vivir, o morir por saber.

Y la cárcel de Katorga, también llamada Gulag, era el lugar al que Kabuto se dirigía como último día laboral.

Hacía ya tres años que había comenzado su caída, cuando sus triunfos en el mundo de la ciencia lo pusieron en contacto con ellos. Bastó una conexión de su docente de biología molecular para quedarse rodeado entre la sodomía del mundo y una muerte silenciosa.

Kabuto, temiendo por su vida, solo le quedó aceptar y trabajar.

El recorrido fue silencioso. Observó el oscuro cielo y pronosticó una tormenta antes de subir al bus. Una vez arriba, la luz parpadeante se apagó y solo las luces frontales del camión iluminaron su camino. En todos los asientos, jóvenes vestidos de rojo mantenían sus cabezas al frente, como si él solo fuera un bicho más al que no le quedaba otra alternativa que compartir vehículo. Encontró un espacio libre casi al final del bus y se sentó rápidamente a la espera, apoyado en la ventana, intentando divisar algo más que la fría noche.

Buscado por amar© [BL/YAOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora