«Respira. No te asustes. Los demonios solo que se ocultan de aquellos a los cuales nunca deben atacar»
No era la primera vez que asesinaban al demonio negro.
Hace muchos años, cuando entre los bosques de Siberia los árboles susurraron sus lamentos a los seres caídos en sus fauces, comenzó a recorrer la leyenda de un monstruo vil. Un pequeño ser con cuerpo de humano, pero alma de demonio.
Cazadores furtivos alegaban a sus espaldas haber cargado con el título del asesinato del demonio negro cada que el bosque lloraba y los cuervos graznaban.
Pero como no hacerlo, si el asesinato del demonio negro era el deseo que todos buscaban y temían.
Aun si su muerte no era para siempre.
Era un asesino experimentado, una bestia sin razón ni humanidad. Algunos decían que alguna vez fue un humano; pero nadie sabía si es que realmente llegó a serlo o solo fingió hasta que la locura lo corrompió. Otros, llenos de terror, no lo bajaron del demonio en el que se convirtió.
Pero una verdad que nadie podía negar y que el bosque se encargaba de avivar, era que el demonio negro era real. Un asesino el cual no encontraba otro placer más que la muerte; un demonio en cautiverio, el cual usaban sus poderes para el mal.
Y las pocas personas habían conseguido sobrevivir lo suficiente para narrar su historia, contaban su leyenda como un mantra.
El demonio negro nunca había fallado en cazar a su objetivo.
Tal vez, la historia que más lo marcaría sería la noche roja del clan Ōtsutsuki, donde el demonio negro, invadido por la rabia de la traición, exterminó a la tribu con sus propias manos.
Las pocas voces que narraron su relato perecieron no mucho después de ello, y el clan por el cual una vez la tierra había temblado, calló sus voces para siempre en un río de sangre y promesas embusteras. Se decía, entre memorias y efemérides, que la rabia del demonio llegó hasta el corazón de la heredera Kaguya, el cual engulló en un acto de intimidación, antes de absorber la fuerza de los muertos y batallar contra ellos hasta el amanecer.
Pero, aunque esto fuera cierto o no, nadie podía afirmar ni negar su historia, porque todos los implicados estaban muertos y el demonio nunca apareció a limpiar los restos de su trabajo.
Uno a uno, las efímeras ganas de destruir al demonio negro se volvió una sensación de triunfo entre los errantes de la profesión. Se adentraron en el bosque con la intensión de acabar con la peste, sin comprender que el bosque era parte del demonio y entrar en él, era entregarte al monstruo que habitaba ahí.
Y nunca más se volvía a saber de ellos.
La leyenda del demonio negro era la maldición del bosque, el inicio de una era de monstruos humanizados.
Todo aquel que entrara a su territorio, debía saber que ponía su vida en manos de un monstruo.
Pero lo que pocos percibían y muchos desconocían, era que el demonio negro tenía una debilidad. Una humana y mortal debilidad, la cual también era su fortaleza, y la razón por la cual era tan difícil destruirlo.
Una vez, una organización creyó que sería capaz de dominar a un demonio y lo puso a trabajar bajo sus pies. Efímeros tiempos cargaron el peso de la correa del demonio. El poder se les subió.
La gente comenzó a temer de él.
Se decía que el temor que el demonio creó a los amos que le dieron de comer fue el inicio de una serie de correcciones. Era momentáneamente un perro fiel, pero no siempre lo había sido.
Y no siempre lo sería.
Comenzaron a buscar controlarlo. La promesa de que llegara el día en que su fuerza fuera contra de ellos era latente. Pero un asesino despiadado tan bueno en su trabajo podía engañar a quien se le apeteciera, y después de la desaparición de su domador, las alarmas de los humanos se activaron. Nadie lo notaría, después de todo, si es que el demonio decidiera un día usurparlos y gobernar a su antojo.
Entonces, ¿qué se podía hacer con un demonio como ese, creciendo en el seno de la organización?
Matarlo, por supuesto.
Pero, ¿cómo se podía matar a la muerte, si nadie podía ir contra ella?
Así que decidieron que algo tan peligroso como el demonio negro no podía seguir existiendo, y para ello, cargaron con el peso de su desaparición.
Dejar que la gente viera al demonio negro como un mito, y no como la maldad caminante que era, el asesino que se escondía dentro él. Sería largo y peligroso, podría cobrar venganza, pero confiaban en que su lado mortal no le dejaría descarrillarse hasta entonces. Tenían la esperanza que el demonio negro algún día envejeciera y muriera por cuenta propia.
O que un nuevo demonio apareciera, con el suficiente poder para aniquilarlo y sacarlo de la faz de la tierra.
Tenían que hacerlo pronto, o el demonio negro se enteraría y los destruiría.
Tal vez, para el momento en que les narren esta historia, el demonio negro ya no se encuentre en los bosques de Siberia. Pero su leyenda sí. Y la gente seguirá temiendo de él al escucharlo, y seguirá creyendo que algún día, el demonio recobraría su venganza y reinaría solitariamente en el bosque gélido donde alguna vez se creó.
Tal vez, en lo único que todos aquellos nómades que contaban su historia concordaban, era en la pregunta que iniciaba su leyenda.
¿Qué mente tan retorcida podía haber creado alguna vez al demonio negro, y dejarlo suelto en el mundo para que lo destruyera a su placer?
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Buscado por amar© [BL/YAOI]
FanficNaruto nunca se consideró un adolescente normal. Tal vez porque en lugar de ir a un café, ver películas en el cine, estudiar para los exámenes o comportarse como un idiota; ponía su vida en riesgo salvando el mundo de enemigos muy poderosos. Es por...