Capítulo 1

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Capítulo 1
Amor disfrazado de mentiras

No es necesario entrar en detalles como para saber que lo que hacia estaba mal, era incorrecto y ella lo sabia a la perfección, pero no tenia otra opción o una salida válida.

Aún era menor de edad y sus padres dirigían su vida como ellos creían que era lo correcto. Pero todos sabemos que los padres hacen lo que creen que es bueno para nosotros, y están muy equivocados.

Marcus te llevará y pasará por ti, no quiero quejas ni negaciones.— Su voz siempre ha sido dura, no había distinción.

— Claro.— murmuro por la bajo.

Se despidió de su autentica madre y tomo el bolso de la mesita frente al sofá, ya en la puerta agarró su abrigo del perchero. Hoy hacia mucho frío en Los Angeles y eso le encantaba, podía calentarse en la cama de su pequeño secreto.

— Lo digo en serio Karla, ni protestas ni sobornos para que el chofer no pase.— La mujer que vestía decentemente, apuntaba a su hija mayor con el dedo índice en forma de advertencia.

La joven chica solo asintió rodando los ojos, cansada de todas las protestas y amenazas de su madre que jamás cumplía. Lanzó un beso con su mano en dirección a la mujer y salio con una sonrisa arrogante de su casa.

Saludó a Marcus, su chofer personal y el hombre sonrió en cortesía hacia su jefa, abrió la puerta de su auto para ella.

Marcus Golden era un hombre de aproximadamente veintiocho años con barba de candado, nariz respingada y unos ojos azules claros. Su estadia con la familia Cabello era muy larga, desde que había cumplido los dieciocho años ya les ayudaba en tareas del jardín, podaba los rosales de la señora Cabello y tenia que ir a buscar los trajes del señor Cabello a la tintorería.

Y desde que la pequeña Camila había nacido, se había hecho cargo de ella, era como su hermana menor.

— Buenos días, señorita Camila.—  saludo él hombre cortésmente.

— Hola Mar.— regreso el saludo con el apodo que le había puesto.

— ¿Otra ves ira a ver a-

— Lo necesito.— asintió afirmando.

— ¿No se meterá en problemas esta ves?.— pregunto el hombre con las manos en el volante.

— Para nada, esta vez quiero que tu me lleves, y ya sabes que decir si pregunta.— hizo un ademán y el hombre asintió sonriendo.

Viejos confidentes.

Marcus aparcó en el estacionamiento del instituto, abrió la puerta de la chica y se despidió, anunciando que visitaría a un viejo amigo en la ciudad.

Camila caminó el tramo del lugar lleno de césped, la preparatoria era inmensa, y agradecía los lugares pequeños secretos donde podía escaparse y calentarse en momentos de frío.

Fue directo a su primer clase, con una sonrisa en su rostro y con la mano mandando besos a los chicos que la veían y soltaban algún comentario sobre su belleza.

Entró al aula, tomo su asiento correspondiente, tres asientos a la derecha y dos al fondo. Así podía mirar por la ventana sin que el profesor se diese cuenta.

— Hola mi amor.— la voz de su novio la hizo saltar y sonrió de lado, girándose en su lugar.

— Hola, cariño.— el chico se acerco a ella y dejo un beso en sus labios. Camila sonrió.

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