Capítulo 4

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• Capítulo 4
La Fiesta

- Listo amor, tengo todo, podemos irnos. - hablo su estúpido pero ahora mismo, increíble novio.

- ¿Tu eres Camila?. - pregunto con la voz más profunda que Camila había escuchado.

- Así es, señor. Mucho gusto. - saludo con cortesía.

- Nos tenemos que ir papá, y gracias por el permiso.

- Sin rasguños. - su piel se erizo al escucharla nuevamente, esta vez una sonrisa la hizo estremecer.

- Adiós, señor. - se despidió saludando con la mano, sus ásperas y gruesas palmas apretaron con fuerza sus delgados dedos.

- Adiós, Camila. - ella juró que su nombre con la voz de él, no era algo que quería escuchar para nada.

Salieron de la casa y dejó salir el aire que hasta el momento no sabía que había retenido. Pero es que fue tan rápido todo lo que pasó, Ferdinand seguía latiendo en su pecho y con la palma, intentó mantenerlo calmado.

Richard abrió una puerta para que ella entrará, ahí en el auto se sintió más relajada. Pero tras el camino seguía dándole vueltas a esa conversación. ¿Realmente su padre era capaz de eso? Nunca imagino que ese hombre tuviera esos negocios, pero el echo de mencionar a sus propios padres le hacía quemar las neuronas en los atadijos de pensamientos que se creaba ella misma.

¿Podrían sus padres estar en algo ilegal?

Su padre era un caza fortunas, él no perdía la oportunidad con nada, pero su madre era más reservada en esas cosas, prefería que reconocieran su trabajo como lo merecía, ganando algún premio de medicina.

Saltó en su lugar al escuchar el llamado de su novio, habían llegado a una especie de muelle, supuso que el chico la llevaría de paseo por el mar.

A ella le encantaba, pero que sólo fueran ellos dos, que aburrido.

- Mi padre me dijo que podíamos usar su yate para eventos privados. Lo usa sólo para ocasiones especiales, es pequeño y por eso no todos saben que es de él.

Claro, Camila había visto un yate casi tan grande como el titanic, pero es que medio planeta sabía de éste hombre y sus increíbles cifras en los negocios. Él salió en la portada de Forbes innumerables veces, pero lo sabía por su madre, ella no era fan de las revistas.

- Es hermoso. - debía admitirlo.

El pecho de su novio se incho en orgullo y virilidad. Ella rodó los ojos pero sonrió y se abrazó a él, besando cortamente sus labios, ella misma subió al Yate.

- Tendré que decir que fue difícil, pero Eleanor me ayudó a conseguirlo, ella sabe de estas cosas y bueno. Espero que te guste. - le entrego una bolsa de regalo, sus ojos se abrieron en sorpresa.

Un traje de baño de dos piezas se mostraba y ella sonrió mostrando los dientes. Eleanor, la hermana de Richard de 22 años, la mayor de los hermanos; había elegido un conjunto hermoso.

No mucho sabía sobre ella, por Richard estaba enterada que estudiaba en Oxford, pero sobre su vida personal, era todo un misterio.

Sin embargo había visto fotos de ella en la casa de sus padres, alta, rubia, ojos claros y una bella sonrisa. Maldición, ella sin duda sería su tipo. Lastima que estaba con él hermano.

Abrazó a Richard y dejó un beso sonoro en su mejilla.

La tarde de ese día fue mágica, miro al sol ocultarse y seguro su piel se habría bronceado tan perfectamente. Siempre evitando bajar a la habitación con Richard, diciendo que quería disfrutar del sol y la brisa del océano. No fueron muy lejos, sólo lo suficiente para pasar un rato en relajación y silencio, lejos del murmullo y el ruido de la ciudad.

MISSING» camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora