Skins

Gwendolyn y Damen

Gwen

Tengo hambre. Tengo hambre. Tengo hambre. Tengo hambre. Tengo hambre.

La cabeza de Gwen gritaba esas dos palabras todo el rato. Tenía hambre, pero no podía comer. No si quería estar perfecta.

La chica bebió un largo trago de agua, eso ayudaría con el hambre. Necesitaba distraerse, pensar en otra cosa. Por suerte tenía que irse a clase, eso bastaría para mantener su mente distraída por un rato.

Llegó al instituto justo cuando sonaba el timbre que indicaba el comienzo de las clases, la rubia se apresuró a sentarse en su sitio.

Unos minutos después llego Claire, con toda la calma del mundo, como si la diese igual llegar pronto o no. La chica se sentó al lado de Gwen, dedicándola una sonrisa a modo de saludo, mientras el profesor de historia la echaba la bronca por llegar tarde por enésima vez.

Finalmente el profesor empezó a explicar y Claire se puso a dibujar.

Gwendolyn la obsevó durante un buen rato.

Para Gwen, su amiga era una chica perfecta, ojos grises, piel pálida, pelo oscuro y largo... Además de ser guapa, estaba delgada, tenía el cuerpo perfecto. Gwen suspiró melancólicamente.

Damen

- Eres retrasado, nos van a pillar, joder.

- Venga, relájate, ahora no hay nadie por aquí, están todos en clase. - Dijo Ian dando una nueva calada al porro.

Damen suspiró ¿por qué seguía llendo con ese gilipollas?

- Puedes esperar a fumártelo luego, cuando acabe el instituto, no ahora. - Dijo Damen, mientras miraba a su amigo.

- Puedo, pero no quiero esperar. Además, esto es mucho más entretenido que estar en clase. - Dijo Ian mientras le tendía el porro al castaño.

Damen suspiró mientras aceptaba el porro. Todavía preguntándose por qué siempre acababa haciendo lo que Ian decía. Porque te gusta. Contestó una voz en su cabeza.

Si, a Damen le gustaba el tío más gilipollas de todo el instituto, siempre andaba metido en problemas, era infiel y era un capullo, pero a pesar de todo eso, Damen sentía algo por él, aunque no emtendía como aquello era posible.