MI MADRE ME DEJO Y YO DECIDÍ DEJAR EL MUNDO

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Fui al interfono, vi por el visor a un chico tailandés de unos 25 años vestido de manera informal, acompañado de un hombre mayor que parecía holandés, rondaría los 70 y llevaba un traje gris. Aunque también pudiera ser que tuvieran 20 y 60. No me hagáis caso, nunca he sido bueno para las edades, aunque sí en lo que se refiere a las nacionalidades y a los sentimientos.

Me creo cualquier tipo de inexactitud en lo que respecta a los años. Si tú me dices 30 y es razonable, yo me lo creo aunque roces los 40. Creo que la edad sirve de poco en esta vida. Mi madre decía que la edad está en el estómago y en la cabeza. Las arrugas no son solo fruto de las preocupaciones y del comer mal. Yo siempre he pensado que tenía razón, así que he intentado preocuparme poco y comer mucho.

He notado que la gente suele sentirse bien cuando me comenta su edad. Yo los respondo: "Te hacía más joven". Y eso vuelve loca a la gente. Esto y comentar el moreno de su piel es lo que más agradecen. Si le dices a alguien: "Te hacía más joven y estás muy moreno", la locura ya es máxima.

Es curioso el hijo de mi primo, que ahora tiene 6 años. Siempre que le pides que adivine la edad de alguien que supera los 20 años, le mira, le observa detenidamente y responde: "Tienes 10 años". Tengas 70, 50 o 20, para ese niño todos tienen 10 años. Que poseas las dos primeras cifras implica que te ve muy mayor. Tiene sentido; cuando se tiene una sola cifra, las dos es el fin de todo.

Yo, cuan veo a alguien muy mayor, pienso: "debe de tener 100 años", las tres cifras es lo máximo para alguien de dos. No cambiamos tanto de niños a adultos; tan solo nos separa una cifra más.

Sentí que mis pies se estaban enfriando. Pero no volví a la habitación a buscar las zapatillas; cuando decides que vas ha ser épico tienes que mantenerte en tus trece. ¡Si no, qué mierda de épico estás hecho!

Esperé con impaciencia a que el ascensor llegara a mi piso. La luz roja del ascensor parpadeaba, y recordé nuevamente a los ciervos con cabeza de águila. Sus ojos también centelleaban. Me sentí nervioso. Me toqué el ojo izquierdo suavemente. Siempre lo hacía cuando estaba nervioso o mentía; por eso, desde que lo habías averiguado, casi no lo hacía en público.

Me sentí muy solo mientras esperaba. La verdad es que no esperaba pasar a solas este momento épico.

Creo que para cambiar una parte esencial de ti mismo, en este caso dejar de dormir, no se debería vivir solo. Debería haber alguien a tu lado, alguna persona diciéndote: "Va a ser genial, es tu gran día".

¿No es eso lo que pasa siempre que tomas una decisión importante en tu vida? En las bodas hay personas a tu alrededor que dicen cosas de éstas. Incluso cuando firmas una hipoteca de 35 años, hay alguien con la frase perfecta para animarte. Y, sobre todo, justo antes de que el celador se te lleve para operarte, alguien te desea suerte.

Pero yo no tenía a nadie en ese momento. Siempre he sido un solitario.

Bueno, creo que es importante que os relate un hecho que ha acontecido hace pocas horas. No sé por qué no os lo he contado antes...

En realidad sí que lo sé: a veces te vas por las ramas para no tener que ir directo a la raíz. Sobre todo si la raíz es dolorosa y puede derribar el árbol.

Mi madre murió ayer.

Me llamaron de Boston, donde realizaba su última gira. Ella era una reconocida coreógrafa de danza que siempre había pasado más tiempo fuera del país que dentro. Siempre creando, siempre imaginando mundos, siempre viviendo por y para su arte... A veces, cuando yo no entendía el porqué de cuanto trabajo ella me recordaba una frase de James Dean sobre qué es la vida en el teatro: "No pretendo ser el mejor. Únicamente quiero volar tan alto que nadie pueda alcanzarme. No para demostrar nada, solo quiero llegar a donde se llega cuando entregas tu vida entera y todo lo que eres a una única cosa".

TODO LO QUE PODRÍAMOS HABER SIDO TÚ Y YO SI NO FUÉRAMOS TÚ Y YOWhere stories live. Discover now