El comienzo.
No podía dejar que esto me volviera a suceder, no otra vez, no soportaría otra pérdida.
Cuando tenía diez años, ví morir a mi padre, y hoy cuatro años depués me encontraba viendo agonizar a mi madre.
La muerte de mi padre fue completamente traumática, fue un asesinato, demasido raro, oscuro.. siniestro me atrevería a decir. Jamás pude asimilar lo que ví, fue espantoso y para nada natural.
Mi padre y el intruso se gritaban cosas en un idioma completamente desconocido para mí, de repente las manos de aquel hombre moreno, de gran tamaño y ojos color borgoña se deslizaron en sentido donde se encontraba mi padre, y este voló hasta chocar contra la pared del living, como si aquello hubiera sido provocado por el pequeño movimiento de sus manos, aunque parecia un poco asombrado.
Y luego, recuerdos borrosos... mi madre tratando de correrme de la habitación completamente desesperada, mi padre y el señor luchando, mi madre tapándome la cara, de pronto una luz brillante, un estruendoso impacto, el hombre desaparece y mi padre tendido en el suelo pronuncia mi nombre: Hope -se pronuncia JOUP, y significa Esperanza- Y muere.
Después de aquel hecho supuse que había algo que mis padres jamás me habian contado. No solo por eso, desde que tengo uso de razón me suceden cosas muy extrañas, desde romper lámparas hasta cerrar y abrir puertas increiblemente fuerte cuando estaba furiosa, pero me convencía con estúpidas excusas como "se cerró por el viento" "son de mala calidad y se quemaron" etc, pero había algo mas.
Todas las noches de mi vida, desde que tengo capacidad de recordar, sueño lo mismo.
"Un lugar abierto, una especie de patio escolar, voces de gente que no puedo ver y luego un chico, aparenta ser un poco mayor que yo, 16, 17 años quizás. Lo observo de espaldas, tengo la necesidad de hablarle, de mi boca sale la palabra 'Benicio', el reacciona ante el nombre por lo que deduzco que es el suyo, se da vuelta con ojos tristes y expresión de enfado a su vez." Y ahí termina el sueño, el mismo de cada noche, de todas las noches.
Benicio es alto, delgado pero fortachón, de tez naturalmente bronceada, ojos color miel y pelo castaño claro levemente alborotado.
Cuando de niña conté esto a mis padres, recuerdo que se miraron de reojo e insistían en que debían haber mas detalles, pero contrariamente a su intriga incesante me decian "probablemente lo has visto en la tele y te ha quedado de allí" "no te preocupes, solo es un sueño". Era una niña, simplemente creía lo que ellos decían.
Luego de la muerte de mi padre todo cambió, mi madre enfermó, al principio parecía una gripe, luego comenzaron los vómitos, los mareos, la pérdida de peso y de cabello, la notaba agotada, su piel amarillenta comenzaba a resquebrajarse por la resequedad y sus ojeras cada vez se acentuaban mas.
Jamás dejó que un médico la viera y al igual que yo, nunca pudo superar la muerte de mi padre. No me atreví a preguntarle sobre ese día, sobre ese hombre, y esas cosas raras, - a pesar de que no había un día que no pensara en aquello - prefería que gastase su débil aliento en un cálido "te amo hija". Solía llorar y pedirme perdón, pero jamás me decia el por qué.
Luego de un tiempo comenzé a trabajar para ayudar en casa y no gastar los pocos ahorros que nos quedaban, Clara, mi madre detestaba el esfuerzo que yo debía hacer para que pudieramos estar "bien" y se culpaba por aquello.