Cinco días han pasado. Cinco días que han sido un infierno.
Nuestra vida se había convertido en una rutina; mi hermana dormía por la noche mientras que mi madre y yo no. Llegaba la luz del amanecer y comenzabamos a levantarnos. Nos duchabamos y mi madre preparaba el almuerzo mientras yo la observaba y mi hermana estaba en su habitación o juagaba con algo sin mucho entusiamo. Luego almorzabamos en silencio, ni siquiera poníamos la radio; bueno, yo quería pero mi madre no. Y como ella era la que estaba a cargo de la casa, había que hacerle caso. Quería saber que pasaba en la guerra, cuales eran las nuevas noticias. A estas alturas, ¿ya habría muerto alguien?, ¿habría alguien herido?, ¿habría alguien que estuviera siendo enviado a casa por alguna razón?
Solamente conseguía aquellas respuesta cuando salía a caminar junto a mi hermana; todas las tardes le preguntaba a mi madre si quería acompañarnos, pero ella se negaba diciendo que tenía que limpiar la casa o lavar la losa o lavar la ropa. Siempre tenía alguna excusa. En el día podías ver que repetía las mismas tareas todos los días; la casa no podías tener más brillo. No había ninguna parte con una pisca de polvo, la ropa siempre estaba limpia.
Cuando salíamos a caminar, parábamos a un negocio mandado por una señora de cincuenta y tantos años de edad. Su nombre era Ruth y nos había contado que el negocio era de su esposo. Le compraba un periódico y algo de comer para compartir con mi hermana.
Luego caminabamos hasta llegar a la plaza, la misma plaza que estaba en una de mis pesadillas.
Nos sentabamos en una banca y yo leía el periódico mientras que mi hermana comía. Pocas veces le robaba algo. Me enteraba de todas las noticias que mi madre se negaba a escuchar; leía cual era el proceso de la guerra, cuales eran las nuevas ciudades afectadas y todo el cuento. Camila no me preguntaba sobre la guerra y creo que era mejor de esa manera. Las cosas que decía eran... fuertes, no eran apatas para una niña de ocho, casi nueve años.
Al terminar dejé el periódico a mi lado y crucé mis brazos sobre mi pecho, observando mi entorno. El lugar tenía vida, a pesar de que habían unas pocas personas que caminaban por aquí.
No podías ver por ninguna parte a un hombre, a excepción de los niños pequeños; éramos todas mujeres. Mujeres paseando a sus mascotas, a sus hijos, etcétera.
—Disculpa... —una voz femenina captó mi atención. Una mujer de unos treinta y tantos años se encontraba a mi lado; detrás de sus piernas habían unas manitos rodeándolas y de vez en cuando una cabeza pequeña se asomaba y me observaba, luego se escondía. Se trataba de un niño pequeño de no más de cinco años. Debía de ser su hijo.
—¿Sí? —observé el rostro de la mujer, una sonrisa fingida apareciendo en mi rostro.
—Me preguntaba si... —tomó una pausa, dejando uno de sus cabelos detrás de su oreja derecha. —Si habías terminado de leer el periódico... Es que... No tengo dinero para comprarlo... Bueno sí pero lo estoy guardando para la comida y quiero saber... —la interrumpí tendiéndole el periódico.
—Toma, no te preocupes.
—Gracias... —me agradeció aliviada. Una sonrisa pequeña apareció nuevamente en mis labios y esta vez, no fue fingida.
Nos quedamos unos minutos después en el mismo lugar, ninguna decía alguna palabra. Nos acompañaba el sonido del viento, de las hojas siendo llevadas por el, de al música que creaban algunos pájaros.
El sol comenzaba a esconderse, tornando el color del cielo de un azul claro a uno más oscuro, con nubes de colores rosados y moradas.
Hasta en las peores situaciones, el planeta se manejaba para crear paisajes hermosos.
Me levanté de la banca y arreglé mis pantalones, pasé una mano por mi cabello y suspiré. —Vamos Camila, la mamá nos está esperando.
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love at war
Fanfiction❝en la segunda guerra mundial no todo fue guerra, también hubo amores.❞ 2014 [caspar lee fanfiction]