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Una pequeña luz entró por la habitación, el cual la hizo despertar. Y de pronto.... El recuerdo de su noche de borrachera la golpeó con fuerza, provocándole un dolor de cabeza.

Y el pequeño recuerdo vino a su mente.

Te aseguro que mañana te seguiré amando, y al siguiente, y al siguiente del siguiente... Toda mi vida.

Estaba completamente loca, lo había hecho, y fue rechazada, como muchas películas lo decían, con estilo, pero la pregunta era. ¿Se rendiría sin hacer ninguna jugada? Ella no era así por supuesto.

Bien sabía ella que Rhyan vendría muy pronto a despertarla, siempre lo hacía. Y lo hizo, ya era una rutina común, dio unos toques leves.

- Danielle...  es hora de levantarse- el recuerdo del día anterior la invadió de nuevo, y solo guardó silencio- Danielle... ¿Estás levantada?

Sólo guardo silencio.

La puerta se deslizó, con ese sonido particular. Rhyan se acercó a ella, la sacudió del hombro suavemente- ¿Danielle?... tienes que ir al trabajo...

- Ya...

- ¿Quieres que te haga algo de desayunar?

- No- respondió fríamente....

- ¿Deseas algo?

- Sí...

- Y que es...

- Quiero que aceptes mis sentimientos...- dijo sin más, no le dio tiempo de dudar, la respuesta del joven Androide era un completo silencio. Pero aún esperaba una respuesta, aunque sea una broma de su parte, o una excusa, pero nada.

Sin embargo Rhyan siguió callado, como si quisiera formular una respuesta perfecta. Pero una vez más se equivocó.

- ¿Danielle aún estás mal? ¿Quieres un cargador?

- ¡Quiero que me ames!

Él echó un gran suspiro, en verdad parecía humano, pero no lo era, o eso es lo que demostró el día en que se encendió.

- Bien - dijo Danielle y frunció los labios- Pero rechazaste a la mujer equivocada.

Después de esas palabras salió de la habitación dando sancadas, Rhyan sonrió.

Se movió en su silla, una mirada hacia el techo, una oficina blanca, casi vacía, solo un escritorio, una silla, unos punteros, se sentía sola.

- Señorita Danielle...

- Dime Less- respondió a su secretaria, vestía la misma ropa plateada de siempre, con la diferencia que lo tenía más ajustado, el peinado que siempre llevaba el de un moño era reemplazado por su pelo suelto y largo, le echó un ojo- ¿A dónde vas?

A la pequeña joven le empezó a temblar las rodillas- Que.quería pedir, salir temprano hoy.

En respuesta recibió una ceja levantada por parte de su jefa- Tengo una cita... es John... Por favor, me costó conquistarlo... y bueno...

¿Conquistarlo? En otras palabras seducirlo, había visto varias películas a cerca de eso, tal vez era la solución, ella nunca había necesitado de tal táctica, no era necesario.

- Y... ¿Cómo hiciste eso? - un leve rubor cubrió la cara de su secretaria.

- Bueno... usted sabe, lo conocí a fondo, luego hice cosas para gustarle...

-¿Conocerlo?

- Ya sabe... saber lo que le gusta, su edad, donde...

- Entiendo... Puedes salir- ordenó, la joven no entendió si era un permiso o la echaba de su oficina, recibió una sonrisa por parte de su jefa - puedes irte temprano...

Empezó a buscar entre las cosas de su abuela, ella era una mujer delgada, hasta hace unas décadas las personas eran libres de vestir lo que quisieran, pero eso cambió con los nuevos líderes. La encontró, un vestido amarillo, señido desde el busto hasta la cintura, y suelto hasta las rodillas.

- Rhyan... - dijo Danielle con una voz sedictora, intentando llamar su atención tenía su brazo extendido hacia arriba y apoyada en la pared.

-¿Si? - él la observó, siendo un Androide no podía dejar pasar la idea de que se veía hermosa en aquel vestido.

Con una sonrisa se paseó frente a él, pasó su mano por su hombro, esto es ridículo, pensó al instante, sin embargo no podía parar, quería su corazón, o al menos algo como eso.

- Danielle... ¿te sientes bien?...

- ¿Qué?

- Actúas raro... - dijo sencillamente, lo cual hizo que se ruborizara- llevas ropas ilegales...

- Eres un idiota...- dijo corriendo a su habitación, con las lágrimas apunto de estallar de sus ojos.

Esta no salió hasta la mañana siguiente.

- Danielle tu desayuno está servido...

- Ya voy- dijo con los ánimos decaídos, la escena del día anterior aún rondaba por su cabeza.

- Observo que ya te sientes mejor...- dijo con una sonrisa, la misma que veía en la mañana, después del trabajo, en la cena, y antes de dormir.

- Siempre estoy bien...- dijo tomándose el café que le esperaba en su comedor. Lo observó mientras secaba un jarrón, se preguntó que cosas le gustarían a un Androide- ¿Rhyan... cuál es tu color favorito?

- No tengo uno específico - respondió al instante.

- ¿Comida?

- No sabría decirle.

- ¿Bebida?

-No tengo uno en especial...

-¿Qué te gusta hacer?

- Servirle a usted claro...

- ¿Planes a futuro?

- Simplemente servirle,  para eso fui creado.

Sus respuestas fueron como un puñal en el pecho, a ella le molestaba cada una de sus palabras, pero aún así le gustaba el hombre que veía ahí, no era igual a quien haya conocido en el pasado. Pensándolo bien, no era humano, así que no obviamente no había conocido a nadie igual a él.

- Creo que ya me voy -dijo Danielle con tristeza, antes de cruzar la puerta le dijo- Te amo... ¿lo sabes cierto?

El joven Androide no dijo nada ante su confesión, él sabía que su ama estaba cometiendo un error, y quería ayudarla a que no siguiera avanzando, sin embargo no pudo evitar sentir algo, ¿compasión? Sí, eso era, sentía pena por ella. Tomó una taza de café y se la tomó, era su bebida favorita, ya que su creador le había instalado sensores que le hacía sentir los sabores, sentir dolor, malestares, o simplemente sentir.

La noche había llegado, Danielle estaba recostada en su cama, recordando como le había dicho te amo más de diez veces en el día, varias habían sido en el trabajo, al llegar, al cenar y al irse a dormir. Sin embargo Rhyan no cedía, ¿Cuántas veces más debía de decirlo?

En esa noche se dio cuenta de que tal vez nunca encontraría al hombre adecuado para casarse, de que nunca tendría hijos y que estaría sola el resto de su vida.

Y lo peor de todo era que se había enamorado del ser equivocado, ella sabía y pensaba que estos "robots" no podían crear sentimientos, pero ahora tenía la esperanza de que él la amara, después de ver hace unos meses atrás la expresión de aquel androide que fue separado de su mejor amiga, tenía las esperanzas, de que la amase.

¿Cuántas veces le había dicho te amo? ¿y cuántas veces la había rechazado?

La humillación la abrumó, hundiéndola en lo más profundo de un abismo.

No tenía caso seguir con su estúpido plan, había intentado seducirlo, mas sintió que este se había burlado de ella, intentó conocerlo a fondo, pero este la evadió. No tenía caso enamorar a alguien que no quería ser enamorado.

¿Pero se rendiría tan fácil?

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