Capítulo 1

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Nací un 5 de febrero 1990, aproximadamente como a las 6:20 de la mañana. Mi pobre madre tuvo que aguantar dolores de parto toda una madrugada. Pero, salí yo, y eso le trajo mucha alegría a su vida, y a la de papá. Nací en un pueblito del estado Yaracuy, pero a la edad aproximada de 5 años y medio, mis padres y yo salimos de allí para mudarnos a Valencia, en el estado Carabobo, un estado vecino donde; decía papá, había mayores oportunidades de trabajo.

- ¿Pero por qué tenemos que irnos papá?

- Entiende hijo, allá podremos vivir mejor. Es una oportunidad de trabajo única. Cuando estés mayorcito lo entenderás mejor.- Contestó papá tratando de hacerme aceptar la decisión ya tomada.- Allá, podrás tener muchas más cosas, y podrás hacer nuevos amigos. Ya verás, es una nueva aventura.

- Pero yo no quiero nuevas aventuras. Yo quiero estar aquí con mis primos. ¿Ellos vendrán con nosotros?

- No por el momento, pero seguro sus padres tomarán las mismas decisiones. Solo ten un poco de paciencia. Ahora, ve a jugar. Luego discutiremos esto, debo hablar con mamá.

Salí de la casa, pero no fui a jugar. Solo me quedé sentado en el porche de tierra y algunos retazos de cemento. Me preguntaba por qué debíamos irnos, no lo entendía para ese momento. Solo era un pequeño niño que quería jugar con aquellos que crecieron y se criaron conmigo. Mientras veía todo el panorama a mí alrededor, trataba de imaginar cómo sería Valencia. ¿Habría gallinas y perros como aquí en casa? Y las vacas y caballos ¿pastarían y deambularían así como los alrededores de por aquí?

Tenía ganas de ir a la casa de mis primos a contarles lo que sucedía. Quizá, sí podría ser divertido, y ellos quizá le dirían a sus padres que se fueran como nosotros a la ciudad.

Me levanté y sacudí la parte trasera de mi pantaloncito, y entré de nuevo a la casa. Papá hablaba con mamá del por qué debíamos irnos. Decía que era mejor, y era una oportunidad única. Mamá tampoco quería irse.

- ¿No lo ves Enrique? Tendremos que comenzar de nuevo. No creo poder hacer eso. ¿Y si te despiden? ¿Cómo haremos luego? Es un riesgo muy grande y nos estamos jugando nuestra vida.

- Amor, aquí estamos viviendo de una manera muy mala. Cada vez es más difícil conseguir comida, y las deudas que tengo con los hacendados es muy grande. Si vendo la casa y nos vamos podemos tener al menos una oportunidad de cambiar eso.- Decía papá.

Papá era un hombre estudioso, nunca obtuvo un título, pero la curiosidad y las experiencias nuevas eran lo que habían hecho de él alguien de mucho conocimiento. Siempre estaba buscando algo que aprender, fuera ganadería, agricultura, metalurgia, albañilería, etc. Creo que eso fue lo que nos permitió vivir en la ciudad, pues papá podía hacer lo que quisiera. Todo lo que se proponía lograr.

Luego del golpe de estado en el 92', la situación se puso muy difícil. No solo aquí en Yaracuy, sino en todos lados. Había saqueos, y personas hiriendo a otras personas. No lo notaba, era un niño, pero igual sentíamos como familia la situación que se cernía a nuestro alrededor.

Luego de vender la casa, nos fuimos en un viejo Fiat que le dieron a papá para que lo arreglara, y el hombre nunca más volvió a aparecer para reclamar el auto. Papá siempre decía de él, que era un ángel que vio su necesidad y se hizo pasar por un cliente.

Valencia era un lugar extremadamente nuevo para mí, y adaptarme me fue algo difícil. Pero logré tomar el ritmo. Llegamos un 9 de octubre de 1995, y la zona; si bien no era como Yaracuy, tampoco estaba en una situación tan moderna como esperaba. Bueno, en realidad no sabía bien que imaginar. Era un niño, mi imaginación estaba en cosas muy asombrosas y extravagantes. Nos mudamos a una pequeña casita que alquilaban. Estaba dividida en un cuarto, cocina y un baño, y quedaba en la planta alta de la casa. Vivíamos con otra familia, eran los dueños de la casa. Eran dos personas mayores, tenían una hija de 3 años, de cabellos rizados, color castaño claro. La niña parecía más nieta que hija de la pareja.

Sentimiento NacionalWhere stories live. Discover now