Capítulo 6

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El día de mi partida, mi madre estuvo muy atenta en todo lo que debía llevar, los lugares donde debía detenerme, y todas esas cosas que cuidan nuestras madres como si fuéramos niños, pero tenemos 20 años.

- ¿No se te queda nada hijo?- Decía mamá, mientras se movía alrededor de mi habitación con desesperación, como si fuera ella quien estaba a punto de salir de viaje.- Recuerda dormir bien, para que no te peguen las diferencias de horario. Leí por ahí que hay personas que no se adaptan y comienzan a sufrir trastornos....

- Sí mamá, tranquila, no llegaré trastornado.- Decía con sarcasmo mientras trataba de sacar mis cosas, o las que quedaban dentro del cuarto aún.- Quizás un poquito nada más.-Decía para bromear, colocando mis dedos pulgar e índice en paralelo para señalar algo poco.

- Eso lo leí por internet, no debes dejar de tener precaución.- Decía mamá ayudándome a sacar algunas cosas que quedaban.

Quizá mamá me estaba ayudando, y se preocupaba por que todo estuviera bien, pero por dentro estaba herida, estaba muy herida. Y hoy, puedo notar cuánto daño le pude haber hecho con esa decisión. Con cada maleta que sacaba, cada objeto personal, y cada minuto, cada segundo que pasaba, ella se desmoronaba más y más.

Papá y mamá nos llevaron a Eduardo y a mí al aeropuerto de Maiquetía, estuvieron con nosotros hasta el momento que el avión salió. Ese día en la tarde, antes de salir al aeropuerto, nos despidieron los padres de Ed, y los padres de Valentina. Pero Valentina jamás salió de su casa.

- Cuídense mucho por allá.- Dijo la señora Bianca mientras ayudaba al señor Jiménez a colocarse de pie. Ya sus fuerzas fallaban, y no era el mismo de antes. Casi todo el tiempo estaba en casa, y el resto de visita a la clínica.- Les deseo mucho éxito y una gran bendición para ustedes.

- Muchas gracias señora Bianca.- Contesté, luego Ed dijo lo mismo. La miré por un momento, como disculpándome por lo de Valentina, y deseando saber si ella llegaría.

- Lo intenté querido. Pero no quiso salir de casa.- Dijo compadeciéndose de mí.

- Está bien. Gracias.- Dije con aire de resignación.

- Tranquilo hijo, a veces tenemos que ser determinados con una decisión que tomamos.- Dijo con mucha debilidad el señor Jiménez.- Pero si te has determinado, y crees que es algo que debas hacer. Ve, y hazlo. Te deseo la bendición del Dios todopoderoso en tu camino, y que el cuide de ti en todo lugar al que vayas.

- Muchas gracias señor. Disculpe cualquier cosa que haya hecho que lo haya lastimado. Jamás fue mi intención, usted es como un segundo padre para mí.- Dije sonriéndole a papá y abrazando con cuidado al señor Jiménez para despedirme.

Luego subí al auto esperando a Eduardo, mientras se despedía de sus padres. De camino pensaba poco en las cosas que sucedían a mí alrededor. Solo quería llegar al aeropuerto. Estaba sumamente impaciente. Las vistas que me brindaba el trayecto de Valencia a Caracas, no me eran relevantes, no disfrutaba la brisa, el sol en su esplendor de la tarde cuando su color es más naranjo puesto que está a punto de ponerse, la carretera, ni siquiera las casas en los cerros que solamente llegué a visualizar en fotos de libros y eso, llegaron a cautivarme como pensé una vez que lo haría al pasar por allí. No disfruté los túneles, no disfruté las obras de arte, ni pinturas ni esculturas. Solamente pensaba en una cosa: Salir.

*****

Ya en el aeropuerto, esperaba el momento de subir al avión. Jamás había subido a uno, pero dicen que para todo hay una primera vez. Al momento del llamado para mi vuelo papá y mamá me observaban, esperando algo de mí. Quizás que cambiara de opinión.

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⏰ Last updated: Jun 23, 2017 ⏰

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