Planeta Azul

Bestia encontró una Bella

01/12/20XX

Brutus:

Mi corazón late muy rápido. -Me besó, ¿porque lo hizo?, acaba de rechazarme, decirme bestia y tratarme de perro, no lo entiendo. ¿Por qué las mujeres no dicen las cosas más directo?... no entiendo nada.-

Raquel separa sus labios de mi frente. Me quedo frío con la mirada fija, mi rostro se calienta, mi corazón late muy rápido,
-Para de una vez corazón estúpido, ¡Vas a estallar!- La ansiedad me invade, se me hace pesado respirar y sudo sin control.

Mi respiración se acelera y mi pulso se dispara. Me agacho y saco un par de mancuernas bajo la cama.

-¿¡Estas bien Brutus?!- Se me acerca poniendo sus manos en mi espalda y empieza a frotar en círculos, se nota que está nerviosa. -Sé que solo quieres ayudarme, ¡pero una chica vestida tan provocativa jamás podría calmar a nadie!- Comienzo con una rutina cualquiera, sentado en mi cama mientras Raquel sigue sobando mi espalda, mi respiración y pulso se normalizan poco a poco. -Se ve...-

-...tan linda cuando esta preocupada.- Al notar que acabo de pensar en voz alta acelero las flexiones a máxima velocidad, miro hacia otro lado controlando mis nervios y sonrojo

-Si que sabes complacer a una dama, perro estúpido.- Su sonrisa burlona aligera la situación y mi ansiedad.

-Si ya me... siento mejor.- Mis brazos se detienen, vuelvo a mi estado normal.

-¿Me explicarías que pasó?, no tienen que hablar si no quieres.- Una sonrisa comprensiva me da comodidad.

-Desde pequeño me dan ataques, de ansiedad, y el ejercicio es algo que me ayuda.- Un peso sale de mis hombros.

-Eso explica mucho.- Me recorre con la mirada de arriba, a abajo, sentada con las piernas cruzadas junto a mí. Un escalofrío sube por mi espalda erizando mi piel,
-Así que esto es lo que sienten las mujeres al ser vistas por chicos en la calle.-

-¿Gracias?- Digo sin tener idea si es un cumplido o algo más.

-¿A qué escuela vas?, dime tu edad y comida favorita.- Su interés es directo y de palabras serias, -¿¡Acaso estoy en un interrogatorio?!- Perplejo, no se me ocurre nada mejor que responder.

-Bru... ¡¡¡Brutus, 17 años, asisto a la Academia Costa Norte, me gusta la leche pero como de todo sin rechistar, SEÑOR!!!- Al acabar me doy cuenta de que estoy parado derecho brazo recto al costado y un con la mano en mi frente, un saludo bien ejecutado.
-Maldición, mis viejas costumbres. ¡¡Son unas traidoras!!-

-¡¡Buen saludo cabo Brutus!!- Grita con firmeza y autoridad mientras camina a mi alrededor, levanta una mano y rosa la punta de su dedo contra mi abdomen y sube lentamente por mi pecho, acariciando mi cuello sin detener su avance, -¿Qué hace?, no te entiendo ¡EN VERDAD NO TE ENTIENDO!-

Las cosquillas que genera ese ligero y seductor roce amenazan con romper mi pose, pero resisto solo por costumbre, mi cuerpo tiembla de forma casi imperceptible.

-¡Jajajaja! Perro tonto.- Posa su dedo en mi nariz, contrae su dedo índice contra el pulgar creando tensión y liberándola en un golpe de su dedo a mi frente.

Mi cabeza se impulsa levemente hacia atrás por el golpe en mi frente. Pero sin romper el saludo.

-¡¡DESCANSO!!- Mis hombros y espalda se relajan rompiendo el saludo.

-¿Por qué hiciste eso?- El tono es casi el de un niño, triste y confundido.

-Brutus un chico grande, cabello largo que no peina, tez algo morena, problemas de ansiedad que controla con ejercicio, un cuerpo envidiable por cualquier otro chico, más emocional que lógico, un buen sentido de lo que es correcto de la mano con autocontrol y disciplina, posible descendiente de familia militar o policial y una honestidad cándida. ¿Me equivoco?- La chica que apenas me llega al pecho, se para frente a mí, autoritaria y déspota, vistiendo una holgada camisa blanca sostenida por algunos botones, resguardando un cuerpo desnudo, su cabello ondulado cae sobre sus hombros mientras su brazo derecho se arquea posando su mano en su cintura. Toda esta vista llena de seguridad y control adornados por ojos café oscuro clavados en mí.