Pileta de Cocina

170 3 0
                                    


Mía

No sé en qué momento comenzaron a cambiar las cosas tan drásticamente. Me refiero a que Ottis y yo comenzamos a hablar todas las tardes y noches luego de habernos perdido ese día por el centro antes de ingresar a las clases. Suele decirse que hacen falta años para terminar de conocer a ciertas personas pero, estoy segura que nosotros, de alguna manera, nos estamos mostrando como de verdad somos y lamento pensar eso, lo sé. Creo que en alguna parte de la relación con Zach, me perdí, quizás me perdí en mi propia mente, en mis inseguridades, miedos, en mis absurdas expectativas con él y en la misma ansiedad que provocó que viviera pensando constantemente en nuestro incierto futuro que acabó desmoronándose. Creo firmemente que parte de todo esto es mi culpa porque decidí callar y permitir que él fuera alejándose de mí, en fin, que más da, es tarde ahora y tampoco quisiera seguir pensando en eso. Hablamos, él quiere repararlo, pero yo no estoy segura de ello. Ya no estoy segura de nada.

Hago lo imposible por probar qué es lo que siento, como si quisiera forzarlo y no sé por qué hago eso. Hablando hoy con uno de mis mejores amigos, colega psicólogo, él utilizó una frase similar para describir lo que me sucedía. Mis sentimientos se agotaron, se cesaron o quizás nunca existieron por Zach. Eso es absolutamente falso, amé a Zach pero quizás no siendo la persona que realmente soy sino más como la persona que él deseaba que fuera. Según Peter, todo esto que viví no fue más que el deseo de la compañía ante la soledad. ¿Cuántos viven día a día, rodeados, colmados de  gente y aún así se sienten solos? Tenía razón, siempre sentí la necesidad sobrehumana de sentirme amada, comprendida, pero más aún acompañada. Obviamente que lo negué tal como venía negando cada pensamiento que cruzaba por mi mente sobre Ottis. 

Sabía mucho de él, sabía cosas que quizás nadie más sabía porque me las confiaba y por las noches, hablar con él se había vuelto rutinario. Me preparaba para irme a acostar, tomaba un libro, un té y comenzaba a vibrar mi celular; era él, hablando sobre cualquier tema, hasta que el tópico cambió a nosotros. Algo claramente había surgido en este corto tiempo, increíblemente ambos sentíamos algo, pero no había manera de saber bien qué.

Una de esas semanas en las que los días pasaban muy lentamente, nos acercamos al martes y ambos fuimos a las escaleras a hablar sobre todo lo que necesitábamos compartir el uno con el otro. Anteriormente, le había enviado un mensaje diciendo que moría por abrazarlo. Quería abrazarlo para sentirlo, sentir su corazón o su tibieza, quería abrazarlo, contenerlo, tocarlo un poco más. Moría por ello, lo anhelaba con todas mis fuerzas.

Ese día le comenté sobré Zach y su deseo de regresar, de hablar en el futuro en algún bar sin recordar nuestras angustias, pero me acongojé y Ottis me abrazó. Sus brazos fueron alrededor de mis hombros y sus manos a mi espalda, me acerqué al espacio entre su hombro y su cuello, me acomodé ahí y cerré los ojos mientras sentía su espalda con ambas manos.

Puedo jurar que no sentí nada porque no lo abracé como lo deseaba, quizás en ese momento no lo sentí porque fue algo superficial, un simple consuelo o solo quise alejarlo de mi lo más pronto posible. O quizás algo se encendió en ese mismísimo instante para los dos y no pudimos remediarlo.

____________________________________________________________________________

Una semana después del incómodo suceso en la escalera, algo fantástico ocurrió. Nuevamente martes, porque los martes nos encontrábamos solo él y yo en esa cátedra; mientras que el resto solo se convertía en un puñado de gente ocupada reparando cámaras, nosotros nos pasábamos el rato riendo y divirtiéndonos juntos.

Alguien con Quien DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora