HISTORIA creepypasta 6# El vigilante

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«¿Crees que estás solo? Mira la puerta, te observo desde la oscuridad»

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Me encontraba en mi solitaria casa, a oscuras, en medio de la noche. No lograba conseguir el sueño, pues había visto hace un rato, o tal vez imaginado, a una criatura amorfa observándome desde la oscuridad, por lo que logré ver bajo el oscuro velo de la oscuridad en el que esta criatura se escondía, su piel era de un color negro, resaltaban sus desorbitados ojos amarillos casi brillantes, con pupilas grandes rojas, además parecía tener una sustancia líquida, sangre, alrededor de su sonriente y cadavérica boca.

Sentí en ese momento, un terror de tal magnitud que ni siquiera pude soltar un alarido de mi boca, después de un rato de notar la presencia de esta criatura, decidí mirarlo a los ojos, grave error. Me paralicé completamente, sentí algo comparable con la muerte, un insoportable e inmenso dolor, sentí un miedo semejante a encontrarse con un poderoso demonio, me sentí invadido por una rabia y odio sin igual, algo sobrenaturalmente violento.

Finalmente y de la nada, estas sensaciones cesaron, justo cuando el reloj electrónico marcó 3:40 am, justo 7 minutos después de haber comenzado la horripilante experiencia. No sé qué pensar ahora, tal vez me haya vuelto loca, haya tenido una pesadilla, o realmente esta criatura me estaba observando, pero lo único realmente concreto ahora es que todas esas sensaciones misteriosas y oscuras efectivamente estuvieron presentes esa noche.

Reflexioné, tendida en mi cama, sobre lo sucedido, siempre observando la puerta en busca de alguna amenaza, estaba alterada. Finalmente resolví levantarme al amanecer, con la errada idea de que la luz me protegerá de alguna amenaza. No encontré rastro alguno de la criatura. Decidí, luego de este gran susto, volver a mi rutina diaria. En el desayuno sufrí una especie de visión repentina, mientas comía cereales con leche, por un segundo tuve una especie de imagen mental, en la que el alimento se transformaba en un líquido negro con insectos, mi reacción fue soltar la cuchara y escupir, para finalmente ver que había escupido el cereal.

Traté de seguir con mi día y me dispuse a ir al trabajo. Como la hora de ingreso al trabajo no era común, nunca veía más de uno o dos peatones, este día no vi ninguno, cosa normal. Dentro del lugar de trabajo fui a marcar que había llegado en horario, por lo que pase mi tarjeta, acto seguido me dirigí y entre a mi oficina, pero antes de cerrar la puerta, por el rabillo del ojo vi aquella mirada que vi en la noche. Aterrorizada, decidí cerrar rápidamente la puerta con llave, para no volver a ver los endemoniados ojos de esa abominación.

De pronto escuché un grito de mi jefe, proveniente del lado contrario de la puerta, preguntando por qué le había cerrado la puerta en la cara, a lo que, extrañada, respondí que no lo había visto (todo esto bajo una sensación de confusión, ya que hace un momento a través del vidrio se veía aquella figura negra, y ahora la de un hombre).

Decidí abrir la puerta, mi jefe entró y me dijo que necesitaba hablar conmigo en su despacho, a lo que accedí preocupado por mi puesto laboral. Mientras me daba el discurso típico de despido, pasó a un segundo plano cuando vi a la horrenda criatura detrás de mi jefe, observándome otra vez, pero esta vez no yacía inmóvil, lentamente se acercaba. No supe qué hacer y, desesperada, le pregunté a mi jefe si veía algo detrás de él, a lo que respondió sorprendido con la pregunta que NO había nada detrás más que una pared, mientras yo veía a esa oscura criatura ya al lado mío, casi tomándome del brazo, a lo que reaccioné desmayándome del terror.

Me levanté en un hospital, donde me dijeron que había tenido un shock emocional, que suele darse bajo situaciones extremas, a las que atribuyeron, obviamente, al despido.

Luego de escuchar el diagnóstico, y que me dejaran sola, observé toda mi sala, cada costado. Había una televisión, camillas vacías a los lados, un pequeño baño, unas grandes ventanas tapadas por una cortina (por lo que la habitación estaba semi-oscura) y una silla para las visitas. En esa silla estaba reposando aquel visitante nocturno, con la espantosa sonrisa de la primera noche, y su horrible mirada, que en segundos destrozó mi mente, y con ella mi cordura.

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