María odiaba su nombre.
Decía que era típico, que estaba demasiado usado y que no le quedaba sentimiento.
Por eso se hacía llamar Becca.
- ¿Es un diminutivo de Rebeca?- preguntaba todo el mundo.
Ella negaba con la cabeza y soltaba un “No, pero Becca y Bécquer se parecen. Y me gusta”.
La gente la miraba de forma rara y ella sonreía.
A parte del nombre, era especial también por la forma en que miraba todo lo que la rodeaba.
No ha existido en el mundo una pasión más fuerte como la suya por el arte.
En realidad era especial sólo cuando la conocías, nunca antes, ya que se comportaba como toda chica hacía, pero con matices.
Quería ser compositora. Tocaba el piano y la guitarra.
Con el paso de los años, Becca comenzó a tener pánico a la vida.
Tenía miedo de que el tiempo pasara rápido y no pudiera hacer ni la mitad de cosas que quería, y sobretodo tenía miedo de crecer y morir. Así, como si nada.
Ella soñaba con marcar un cambio y ser importante.
Soñaba con aparecer en libros de texto, pero ser ese nombre que los estudiantes apenas tienen que memorizar porque todos conocen.
Empezó a esforzarse el doble y dejamos de vernos, así que la relación terminó poco tiempo después.
Solamente sabía de ella que en mitad de clase movía los dedos sobre el pupitre, acaricándolo, con los ojos cerrados y murmurando algo.
Al salir se sentaba en un banco y sacaba una libreta llena de letras de canciones.
Ahora que estoy tumbado en una habitación de hospital, cubierto de cables, no puedo evitar pensar en ella a todas horas.
Mi mujer odiaría saber esto, pero Becca fue el tipo de amor que deja huella. Ella era una chica de dejar huella.
Siempre pido a las infermeras que pongan el canal de televisión en el que transmiten música clásica cada domingo a las cinco, porque sale Becca.
Con el cabello blanco, marcas en su piel y arrugas que no tapan su sonrisa.
Sus ojos siguen siendo de un color marrón oscuro y sus manos no son tan ágiles, pero transmite lo mismo que siempre con su música.
Hace una semana me dijeron que me quedaba poco tiempo antes de que el cáncer me consumiera.
Mis nietos lloran por mí y mi mujer intenta negar la situación, pero yo soy muy consciente de mi estado.
A veces me siento mal por pensar en Becca cuando Isabel ha hecho tantísimo por mí. Pero es inevitable.
Los cuentos de hadas no existen, el destino no está trazado. Si dejas ir algo, lo pierdes. No hay más oportunidades.
Hoy, en las noticias, han anunciado la muerte de María Yelich.
He tenido que detenerme a pensar.
María Yelich.
No Becca.
Después de todos sus intentos, así es como la recordarán.
A mí no creo que me recuerde mucha gente, pero está bien así. Soy solamente una nota en una composición. Es imprescindible, pero si no sabes de música apenas te das cuenta de que falta algo.
Le he dicho a mi doctor que no quiero que me mediquen más, ni que me administren quimioterapia.
Quiero morir en paz.
No creo que mi familia se lo tome bien cuando lo descubra, pero yo soy más feliz así. Han sufrido demasiado por mí.
He escrito una nota diciendo que quiero ser enterrado junto a Becca.
Aunque las flores siempre estén su tumba, quizás un golpe de viento haga que alguna margarita caiga en la mía.
Y así, María Yelich y yo habremos compartido más que dos años de relación y una vida de recuerdos y decisiones erróneas.
ESTÁS LEYENDO
"Historias de canciones."
Teen FictionRecopilación de historias inspiradas en canciones. Busca las canciones que más te gusten o lee los relatos cortos de artistas que desconozcas. De esta forma puedes A: Descubrir nuevas y geniales canciones B: Leer interpretaciones de tus canciones fa...