El anciano loco,
Se sentó sobre las piedras
A contemplar el mar, entonces,
Creyó ser el inmenso océano.
El anciano reflejado en él
Tenía los pies sucios,
Uñas largas y gruesas.
Ellas Delataban el pasar de los años. Sintió lastima:
Tanta vejez y no poder ocultarla.
Docenas de moscas
Iban cayendo en cada surco
De aire caliente.
De pronto, la panza le ondeaba,
Y supo que el hambre
También existiría en su nueva forma azul.
Levantó oleajes y los peces cayeron de vuelta,
Fue así como se supo saciado.
Luego, tuvo sed y bebió de sí mismo
El agua salada, saliente del chorlito.
El océano dejó al anciano retirarse,
El anciano dejó al océano quedarse
En su ancha inmensidad.
El anciano loco,
Le robó al mar, el único manto que lo cubría.