A veces duermo para soñar con nada. Me cubro con un manto tejido a mano Con el recuerdo de los sueños.
Ojalá nuestra suerte cambie,
Así sabremos pisar sin caer en falso; Todavía no hay que dejar el bastón.
Dile adiós a tus hijos,
La patria se los llevará con el viento, De esa forma se escurrirán entre dedos.
Sin embargo, habría que aprender a soñar Para no dejar las pesadillas afuera.
Por suerte ya nadie deja el hambre
Sin lamer bien la biblia de los caballos, Antes de chillar.