15
El anciano, en su locura,
Entendió que me encontraba perdido.
«Regresarás cuando yo lo quiera»
Pronunció, y dejó caer al Sol
Por una ventana que daba hacia ningún lugar.
16
Esa noche (o ese día), resignado
A quedarme en tan extraño lugar,
Me acosté sobre el valle donde
Habitan los dioses que crecen
En la copa de los árboles.
y 17
De pronto desperté y cuando abrí los ojos
Todo me era extraño, hasta el alma
Encerrada en ese raro y maravilloso lugar.
Comprendí así el regalo de los espejos:
Ahora ya no somos varios, sino muchos.
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