Perderme en tí y para siempre

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Perderme en tí y para siempre

-Saul -la veo dar dos pasos hacía mi, mientras pronuncia mi nombre. -Yo...no se que decir... -esta temblando y trae los ojos humedecidos por las lágrimas. -Gracias por venir, Saul...

-Si ni siquiera fuiste al ministerio público para hacer la denucia no me dejaste más opción que venir hasta aquí para preguntarte. -le dice con firmeza y la vi tragar en seco.

-Bueno, si entiendo por lo que estas pasando.

-Quiero escuchar tu versión de porque murió mi papá. -soné ansioso e hice un manoteo con las manos de frustración.

-Ya la escuchaste, cuando baje de la construcción te grite que estaba con Yesenia. A tu papá nunca lo ví. -me lleve una mano a la frente con frustración.

-Todo te señala, Altagracia.

-A ver, ¿Qué me señala? ¿Tu? ¿Mónica y la detective que cuando levantarón la mirada tu padre cayó? Cayó y yo estaba arriba eso ¿eso es lo que me delata? ¿Por eso soy culpable? Tu padre se tuvo que caer de otro piso.

-¿Y por qué todo empezó a moverse a tu conveniencia?  Como siempre. -hice un manoteo con las manos y ví como una lágrima se deslizó por su mejilla. -Fui a la policía y ¿Sabes quien esta a cargo de este caso? Gabino Dominguez.

-No se quien es ese hombre. -me dice y su firmeza me hace dudar.

-¿No? Es el policia que cometió perjurio en el juicio del hijo de tu amigo Rafael Cabral.

-Yo jamas fui a ese juicio. Saul, escucha es una trampa de Yesenia. Ella me odia. -otra lágrima se deslizo por su mejilla y se apresuró a secarla. -Nos estan envolviendo con mentiras, por favor. Date cuenta, Saul. -me dice y pude ver el brillo de su mirada, me debilita. -Saul, yo también perdí a mis padres, se por lo que estas pasando.

-Entonces entenderas que no me voy a detener hasta encontrar al asesino de  mi padre. -le dije con firmeza y ella no flaqueo me sostuvo la mirada, apesar de que las lágrimas que seguían acumulandose en sus ojos.

-Saul te lo suplico, yo tampoco soy una santa, pero jamas haría algo para lastimarte.

-¿Acaso se te olvida que tu lo metiste a la cárcel? -cuestione.

-Pero eso fue antes de conocernos. -el desespero se hizo presente en su voz. -Antes de sentir algo por ti. Tu eres, tu eres muy especial para mi. Tu eres muy diferente. Siempre sacas lo mejor de mi. Las cosas buenas, que aun quedan en mi. -me dice y la veo parpadear para alejar las lágrimas de sus ojos.

-¿Alguna vez asesinaste a alguien? -cuestione manteniendole la miraba para reconocer sus mentiras. Y como siempre me sorprende, asintió de forma temblorosa.

-Si -dijo sin pizca de temor en su voz. -Si lo hice. -la voz se me corto y el aire abandono mis pulmones.

-¿A... A quien? -pregunte con un poco de temor.

-A Miguel Preciado. -respondio y pude ver la sinceridad en su voz. -Tu mejor sabes porque lo hice y esta bien. Si quieres condenarme hazlo. ¡Hazlo! pero hazlo por algo por lo que si sea culpable. Como esa muerte, donde no temí, ni me temblo el pulso en asesinarlo como él y cuatro bestias más, lo hicieron con mi familia. -la rabia, el odio y el rencor se hicieron presentes. -¡Si quieres llama a la policia! -gritó -¡No me importa! Pero quiero que sepas que nunca le haría daño a tu padre. No, porque te lastimaría y lastimarte a ti es como lastimarme a mi. -más lágrimas se deslizarón por su mejilla y ella alejo la mirada para secarlas. -Porque te amo... -la voz le temblo. Sentí como las lágrimas se acumulaban en mis ojos y respire profundo. Sentí la sinceridad en su voz, en su mirada. Además no me mentiría para decirme que mató a alguien. -Nunca le haría daño a tu padre. -continuo al mismo tiempo tal que más lágrimas mojarón sus mejillas. Esta vez no se preocupo por secarlas. -Condename y llama a la policia, hazlo pero no lo hagas por tu padre, no lo hagas por algo que no he hecho. -sollozó y mi corazón se quebro, dí dos grandes sancadas hasta ella y me detuve frente a ella. Ella levanto la mirada temblorosa y lo supe, ella jamas me lastimaría, ni a mi ni a nada que tuviera que ver conmigo.

Los nervios me recorrieron y no supe que hacer, sus lágrimas son como cuchillos en mi pecho. La ví tragar en seco y levante mi mano para acariciar su mejilla, seque un poco sus lágrimas y ella parpadeo asombrada. Jamas espero esto de mi.

-Te... Te creo... -susurre y otra lágrima recorrió su mejilla, me apresure a secarla y colocando ambas manos sobre sus mejillas la mire a los ojos. Su respiración golpeo mi rostro y me sentí perdido con su calidez. Bese su frente y poco a poco fui llevando un sendero de besos desde ella, sus parpados, la punta de su nariz, hasta llegar a sus labios. Suspiró y el miedo de la primera vez me ahogo. Me incline más y poco a poco sentí como sus labios tocarón los mios. Tembló en mi brazos y la sentí sollozar. No deje que los recuerdos temores o momentos inundarán su mente y la bese con más profundidad. Sus labios jugarón con los mios y mi lengua se abrió paso a su interior. Su respiración se mezclo con la mía y me sentí acabado.

-Quiero perderme en ti. -mi respiración agitada se mezclo con la suya y uní mi frente a la de ella. -Quiero dejarme ir... Como nunca antes,  como si en el mundo no existiera nada más que nuestro amor. -por primera vez me dedico una timida sonrisa y estirandose coloco una mano sobre mi cuello y me beso. Prense una sonrisa aun en sus labios y colocando ambas manos sobre sus gluteos la traje hacía a mi. Ella dió un pequeño salto y enrredo sus piernas en mis caderas. -Jurame que nunca me harás sufrir. -murmure en sus labios y ella me miro a los ojos.

-Nunca -respondió y me volvió a besar. Yo sonreí y aun con ella en mis brazos continue el camino a su habitación.

*****

La escuche suspirar y la mire a medida que continuaba mi camino de besos desde su vientre hasta el centro de su feminidad. Sus dedos se enrredarón en mi cabello y reí al verla tan perdida, con los ojos cerrados y la respiración acelerada. Bese el interior de sus muslos y ella retuvo la respiración. Continue mi camino y me detuve en el centro de su feminidad lo bese y gimió.

-Saul... -se quejo y levante mi cabeza para mirarla. Ella abrió los ojos y esas dos grandes esmeraldas se encontrarón con los mios. Coloco una mano sobre mi cuello y me beso. Sus labios se apoderarón de los mios con pasión. Nuestras respiración agitadas se mezclaron y yo me acomode en su centro, se abrió para mi y con nuestras miradas unidas me adentre en ella. Por un segundo cerró los ojos y cuando los abrió pude ver todo su amor y supe que sin importar lo que pasará o lo que hiciera siempre estaría con ella. Porque yo no quería perderme en ella, yo ya estaba perdido en ella.

-Te amo... -susurre y ella sonrió acariciando mi mejilla.

-Te amo -respondió y por siempre y para siempre nos perdimos el uno al otro.

Perderme en tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora