11.

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Psst, Alex.

— Marco.

Oye, no te enojes. No fue tan malo.

— Marco.

Lo siento. Esa broma no era para ti, en serio, lo siento.

— Marco.

Que tie...— Marco dejó la nota a medias cuando Alex se levantó de su asiento y sin ejecutar palabra se llevó todo, en un movimiento uno de los chicos se puso de pie y le dio el puesto.
Aun había pintura rosa en su cabello y uniforme, todo su uniforme estaba manchado y parte de su chaqueta estaba en el mismo estado y hasta peor, su chaqueta estaba rasgada.
Marco se sintió mal, ni sabía por qué había actuado así.
Sintió impotencia cuando don sonrisa perfecta hacía reír a Alex, algo que él llevaba más de un mes intentando y ella nunca le había dedicado una sonrisa coqueta como aquella.
Le frustró verla jugar con su cabello como una enamorada cuando el idiota le hablaba.
No contuvo impulsos y hizo que pintura rosa cayera sobre Arthur, con la diferencia de que ella se dio cuenta y antes de que él fuera afectado, toda la pintura cayó sobre ella.
Es divertido, te lo recomiendo.— Dijo con una enorme sonrisa Alex, estaba a gusto con las palabras del contrario.

—¿Y crees que acepten a integrantes en el club a éstas alturas? — respondió Arthur.

A ella no le dio tiempo de responder por que lo siguiente sucedió de manera rápida, casi ni se dio cuenta. Con toda su fuerza empujó al rubio quien dio tres pasos hacia atrás desconcertado y lo siguiente fue que una cantidad inmensa de pintura rosa cayó sobre la chica.
Pronto todos comenzaron a reír, o esa fue la percepción de ella y su corazón comenzó a arder.
—Mi uniforme... — su tono sonó quebrado. ¿Ahora donde conseguiría el dinero para pagar otro uniforme?
Los flashes no tardaron en llegar mientras Marco se aproximaba a la escena del crimen con una socarrona sonrisa.
—Permiso, permiso, él autor de esta magnífica obra está aquí. — se aproximó apartando a las personas mientras hablaba hasta que la vio.
No era ella su blanco, era el chico nuevo.
Su sonrisa se borró de inmediato y abrió los ojos.

—¡Alex! — Para ese momento fue tarde, una muy enojada Alex había golpeado la mandíbula de él.
Y su fuerza fue tal que el chico cayó al suelo.
Ella lo miró mal y apretó sus puños.

— Te puedes ir al infierno. Y no me vuelvas a hablar.— con una media vuelta, y ayuda de Arthur, quien antes había corrido a los vestidores para tomar una toalla, se la tendió y la ayudó a ir a los mismos para que ella se cambiara.

“Mierda, la cagué. Dios, Marco tienes una chiripa como cerebro, idiota."

Y así, volvemos al presente, donde una enojada Alex, quien al lavar la chaqueta esta se rasgó, sólo sabía pensar en como iba a hacer.
Su madre trabajaba tanto para pagar ese colegio y para comprar ese uniforme.
Cuando le compró ese uniforme al inicio del año no la vio por tres días, por que trabajó corrido para poder comprarlo.
El chico que se sentó al lado de Marco comenzó a reír, con cierta gracia.
— Me lo pusiste muy fácil. Y yo pensé que te gustaba.— Arthur soltó una pequeña risa mientras el profesor se retiraba y daba paso a el siguiente, en quince minutos.

—¿Uh? — Marco elevó el rostro con una mueca para observar con cierto disgusto a el Rubio-tonto-comepopo.

— Que pensaba que Alex te gustaba.— Desvió la vista hasta la chica y suspiró al verla con el rostro entre las manos.— Mira, llevo menos de una semana, pero noto como la miras.

— Tú no sabes nada. — Gruñó Marco viendo su cuaderno.

— Estudié con ella en la primaria, creeme que sé más de ella que tú. — Giró los ojos y volvió su atención a el castaño.— Es mi mejor amiga.

— Oh...— «Le gusta su mejor amigo.» Y eso daba explicación, o al menos para Marco del actuar de la chica.

— ¿Sabes por qué está tan enojada? Su madre trabajó casi cuatro días sin descanso para comprarle el uniforme. Y tú, por querer hacerme una broma se lo arruinaste.— El rubio volvió la vista al chico y negó chistando con su lengua.— No te quiere ni ver en pintura.

Marco sintió un vacío en su pecho cuando escuchó aquello y hizo una mueca cubriendo sus ojos con desesperación.
«No todos tienen tu puto dinero, Marco.» se gruñó a sí y luego giró a ver al rubio quien sonreía.

— ¿Y por qué me dices esto? — Algo de lo que el rubio decía no le cuadraba en totalidad.

— Por que no soy infantil, como tú. Y ella me gusta, y solo quiero plantearte la situación. — Suspiró y sonrió de manera ladina.— Te ayudé a saber eso, pero desde este momento te digo, no me voy a rendir con ella ni me voy a quedar de brazos cruzados. No voy a interferir en lo que hagas para querer enamorarla, y espero lo mismo de ti. Sólo un consejo, — soltó una pequeña risa y negó. — No te acerques a ella en los siguientes cinco días, si no te va a asesinar.

El rubio se levantó, cuando anunciaron que el profesor no vendría y tomó su bolso para irse hasta donde Alex, dejando a un Marco estupefacto.

«Pues don perfecto, no soy infantil ni nada de eso.» — Se dijo a sí mientras le sacaba la lengua a Arthur y se ponía de pie.
Terminó de recoger las cosas y pensó en una manera de remendar su error, y ya la tenía.

°°°

Alex había llegado a su casa hace ya quince minutos y las ganas de llorar no le faltaban, estaba agotada y no sabía como le daría cara a su madre ese día.
Por suerte tenía toda la tarde y parte de la noche para pensarlo.
Fue luego de una hora, cuando salía de la ducha que escuchó el timbre.
Salió de su cuarto con una paleta en la boca mientras se tallaba el cabello con una toalla para secarlo.
Abrió la puerta con una mueca y no encontró a nadie.
Frunció su ceño y buscó con la vista al responsable, claro que había escuchado el timbre.
Cuando bajó la vista se encontró con una caja, se agachó y la tomó.
Leyó con suavidad la nota que traía y frunció aun más el ceño.

«¿Lo siento?»
Abrió la caja sin moverse del lugar y vio su respuesta, dentro de la caja estaba una muda de uniforme.
El mismo que ella usaba y además, por lo que reconoció era removedor de pintura.
Más abajo, había un pequeño bolso de Bob esponja y otra nota.
La sonrisa en su rostro no tardó en llegar mientras cerraba la puerta, para alivio de Marco.
«Fui muy tonto y infantil. Disculpa por la broma tan pensada, sé que te costará decirle a tu madre y pues por eso te di el uniforme. No sé si es de tu talla, pero creo que es lo más cercano que pude deducir. El bolso es uno que vi y me gustó. Espero que me disculpes.

—Marco. »
En efecto, ella no iba a rechazar su regalo, no quitaba el hecho de que estuviera enojada, pero era un lindo gesto que al menos intentara remediarlo.
Marco, por otro lado se levantó con una sonrisa al ver que había remediado, o al menos intentado hacerlo, su error.
Suspiró y se alejó de la casa de la chica, sí, estaba escondido tras un arbusto.
Una mala idea por que varias hormigas comelonas,– como él les dice– le picó.

¡No rayes mi libreta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora