Muerte:

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He leído mucho de ti. Eres una narcisista, arrogante y egoísta, ¿lo sabías? Supongo que no. Quizá tampoco sabías que al llevarte a alguien no sólo matas a una persona; matas a todos a su alrededor. Los matas por dentro, los llenas de lágrimas, de dudas, de culpa. Los llenas de odio, de arrepentimiento, de añoranza. Das una bofetada de realidad en la cara: lo que solía estar se ha ido y no volverá jamás. 

A esa persona, la cual amaba, no la volveré a ver jamás. Está encerrada en una triste caja fúnebre, ese coche lo está llevando lejos de aquí. Ahora está pálido, frío. Ahora él está muerto. Y estás lista para dejarlo bajo tierra eternamente, en la oscuridad, en la soledad, escuchando las voces de más abajo, y con tristes flores sobre su lecho de muerte, que se marchitan y mueren, que se olvidan y perecen. Era demasiado pronto para que él se fuera. Pudiste haber pensado en eso. Pero no lo hiciste.

¡Maldita muerte! Nos haces temer y actuar como si estuviéramos listos para morir. Nos haces llorar, sufrir, gritar, extrañar con todas las entrañas. Nos matas cuando te llevas a personas cercanas. Porque mueren, y se llevan una parte de nosotros. La vida pierde sentido. Cuestionamos gritando al cielo el por qué, esperando una respuesta. Caemos, nos hundimos, cuestionamos y morimos. Nos das ese golpe en el corazón cada mañana, al recordar que ya no está. Nos haces creer que algún día volverá, esperanzados en su regreso. Pero no sucederá. Él no volverá a salvarme. A salvarnos. Y me paralizo.  Eso causas. Vas por la vida, tocando puerta por puerta, con mil almas en tus hombros. Y con mil lágrimas por detrás.  Dejas solas a las personas. Alguien muere, y el mundo sigue su curso habitual; sin embargo, él murió y mi mundo se paralizó. Y te puedo asegurar, que tengo miedo de lo que va a pasar ahora sin él.  

Nunca he esperado algo bueno del desastre.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora