Cuando el moreno llegó a su centro laboral se dio con una extrañeza, aunque dentro si ya lo vaticinaba; pues LuHan había presentado su carta de renuncia a la cooperativa esa misma mañana. Era un cobarde asustadizo. A JongIn no le pudo importar menos, es más, gozó un alivio que se propagó en su ser. LuHan solo era un puto bocazas que servía para chuparle la polla cuando tenía ganas, no era indispensable, aunque tenía una gran cavidad bucal... debía admitirlo, no obstante, lo podía sustituir.
Esa noche, no volvió a casa.
Fue a tantear suerte en el bar de la ciudad, un suplantador mejorado, solo eso le resonaba en cráneo. Únicamente esperaba que tuviera la boca tan grande y la capacidad de engullir todo sin tener arcadas, como lo era el talento de LuHan. Era cómico, ya que a pesar de tener casi un año en esa relación, libre, clandestina, no experimentaba nada sentimental por el rubio. Ambos se usaron sexualmente. Siempre los comienzos son excitantes, porque todo es lozano e inexperto, pero cuando la pasión se marcha y da paso a la costumbre, abruma. Los dos estaban cortados por la misma tijera. JongIn lo supo mientras bebía su primer vaso de whisky, repleto de hielos, apretó bien sus falanges para que el vidrio no se escurriera de las yemas. Él era una mierda, igual LuHan, pero le reconfortaba que no haya estimado al rubio corriente, pues hubiera sido una gran equivocación.
Fue consciente que podía separar muy bien sus emociones de lo casual, y se glorificó en sus pensamientos. Una sonrisa soncarrona se divisó en su semblante. Le dio otro sorbo al licor.
Entendía lo que era una ocasión, y lo que le convenía. KyungSoo le correspondía, y LuHan era el momento.
Después de terminarse el whisky, solo quedaron los hielos tintineantes en el vaso. Aún tenía la sensación amarga en las papilas gustativas. Le avisó al barman que le sirviera de nuevo y giró su silla.
Fijó su vista robótica en la pista de baile, examinando cada cuerpo serpenteando al son de la música, cada rostro, cada criatura. Sus entrecerrados ojos y en lo que la oscuridad le permitió ver, vislumbró a alguien cuya mirada estaba clavada en él. La persona en cuestión se encontraba al frente suyo, coquetéandole de manera innegable. Atrayéndolo con su danza hipnotizante.
Le facilitaban las cosas.
Después todo vino de manera repentina, y a la hora, ya tenía conocimiento de lo necesario. El nombre del joven era Taemin y lucía torpe e ingenuo a simple vista. Ya que el alto se hizo pasar por un esposo que la estaba pasando una etapa crítica matrimonial, por algún motivo anímico siempre tenía que mencionar a KyungSoo, ya sea de mala o buena forma pero lo hacía. El de ojos negros como un lobo aislado, le creyó absolutamente todo. Mordió el anzuelo. Sus "oh, pobre de ti" eran repetitivos añadiendo a sus gestos comprensivos; sin embargo, cada vez que nombraba aquello, Taemin le toqueteaba el muslo de manera íntima, aprovechando la situación. Alegó que se divorciaría pronto, y pan comido.
Esa noche JongIn folló a un cuerpo fresco en el baño de la discoteca.
Taemin era fuego, pasión, descaro y gemidos desinhibidos. Lo cual le fascinó gratamente, ya que por su edad pensó que sería sutil.
Le encantó.
***
Tres meses después.
KyungSoo cada minuto se sentía más deshabitado, era un objeto sin función, inhóspito. Se exigía dibujarse con un plumón indeleble una sonrisa, cada vez que observaba a su hija estudiarlo con inquietud y retinas temerosas. No quería preocuparla. No a ella.
KyungSoo, ciertas veces era público privilegiado de la increíble actuación de Kim JongIn, interpretando el personaje de padre ejemplar. Cuando llegaba sobrio al domicilio, lo primero que hacía era buscar a su hija, la alzaba en brazos y le daba vueltas en el aire, llamándola princesa y más motes tiernos. Los dos se reían en el proceso. Después iba hacia él y le besaba los labios acariciándole con su pulgar la mandíbula, de manera cariñosa.
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Oportunidades
FanficKyungSoo jamás tuvo una vida sencilla. Él era un persona soñadora que creía febrilmente en el perdón y las segundas oportunidades. "Él cambiará" se repetía cada noche antes de cerrar los párpados. Hasta que finalmente la neblina lo consumió por comp...