EL ATAQUE

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Mientras tanto Angela continuaba buscando y buscando a Tom sin resultado. Estaba triste, hambrienta, cansada, después de haber desperdiciado sus energías y perdido sus previsiones. Llevaba varias horas en esto cuando pudo detectar un movimiento extraño, y solo la luz de la luna traspasaba algo de la nocturnidad del agua, pudo ver una mancha que desde el fondo del mar y a gran velocidad se le aproximaba. Angela sintió todo su cuerpo en alerta máxima y una nueva y desconocida forma de miedo la arropó, al observar que la mancha se convertía en una pavorosa e inmensa cavidad llena de dientes que enfilaba directo así ella. Y lo que pasaba es que estaba haciendo atacada por un tiburón blanco.

Angela emprendió la huida, pero el tiburón estaba resuelto a no dejar ir a su presa y salio de su persecución

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Angela emprendió la huida, pero el tiburón estaba resuelto a no dejar ir a su presa y salio de su persecución. La delfina sintió al depredador tras de ella. Intento cambiar de rumbo, pero aquel temible enemigo persistía en su acoso. Tratando de escapar,  Angela aceleró para dar un rápido giro y notó de pronto que el tiburón ya no lo seguía; aprovechó entonces para subir a la superficie y buscar una nueva ración de oxígeno. No tuvo casi tiempo para descansar; no había terminado de aspirar aire cuando sintió otra vez un movimiento y entonces vio con espanto que el monstruo regresaba, que se había alejado solo para intentar un segundo asalto.

Angela recordó
la imagen del cuerpo juli terriblemente herido y sintió que el pánico la paralizaba; en el último momento el instinto de supervivencia la empujó a salirse de la línea del nuevo ataque. Otra cacería se inició; la impecable fiera volvía tras ella, no sabia que hacer mientras las mortíferas mandíbulas se acercaban más y más . Su terror y desesperación aumentaban cuando de repente un desprevenido pez se cruzó entre ambos, y el tiburón,sin perder tiempo, lo partió en dos de un mordisco. El repentino y desgraciado fin del pez le dio a Angela la oportunidad que necesitaba para alejarse y escapar de aquel terrible trance.

A pesar de que el peligro había quedado atrás y de que las fuerzas comenzaban a abandonarla, Angela continuo nadando y nadando sin parar, sin rumbo y con el único fin de huir. Sólo Cuando se sintió suficientemente segura, ya sin aliento y totalmente agotada se detuvo y pudo por fin descansar.

APRENDIENDO A SER DELFIN EN UN MAR DE TIBURONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora