El frio bajo mi coraza comenzaba una vez más a derretirse poco a poco. Accidentalmente. Tenía miedo. Sentía el mayor miedo que he sentido jamás.
Notar como comienzas a ansiar aún más ese calor que te deshiela por dentro. Que hace que quieras arder en llamas y ver arder todo lo demás.
Temblaba como si tuviera un monstruo debajo de mi cama y mis sábanas no fueran lo suficientemente fuertes.
A pesar de temblar por todo el terror que vendría después, sonreía.
Me encantaban ver tus labios acercarse poco a poco, que tu mirada fuera cabalgando por mi piel erizándola a cada paso.
La pequeña mueca que se forma en tus labios cuando los plantas sobre los mios, consiguiendo que vuelva a temblar una vez más.
Acariciarte el pelo con respeto y miedo, evitando despeinarlo más de lo que está (cosa que me encanta).
Acariciarte la mandíbula, bajar por tu cuello y notar tus clavículas hace que consiga excitarme más que cualquier juego no autorizado en un parque a media noche.
Puedo notar, como un soplo del viento me golpea en la cara.
Y ahí estamos, el Metro y yo.
Sin rastro de nosotros.
ESTÁS LEYENDO
No apta para la guerra. #Blog.
Roman d'amourTodos hemos vivido historias y sensaciones de todo tipo: amor, desamor, miedo, tristeza, esperanza... y un largo etcétera. En estas historias comparto con vosotr@s un pedacito de mi. Espero poder haceros sentir las mismas sensaciones que tenía yo ca...