Capítulo 4- De noche

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Zeika, junto a su nuevo escuadrón, empezaron con su viaje para llegar a su destino: Miyamoto

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Zeika, junto a su nuevo escuadrón, empezaron con su viaje para llegar a su destino: Miyamoto. Pasaron horas caminando, un poco cansados pero nunca se detenían, hasta que anocheció, los muchachos estaban sumamente cansados de tanto caminar, así que se detuvieron para ver un sitio en el que pudieran acampar.

-Chicos –avisó Katou- Tengo hambre.

-Yo igual –dijo Sammy.

-Afortunadamente por aquí hay unas cuantas viviendas, y muchas de ellas llevan negocios –esperanzó Loeh.

El grupo trató de organizarse y ponerse de acuerdo para buscar un lugar en el que puedan pasar la noche, estuvieron vagando por los lugares cercanos buscando un buen sitio, hasta que Meko vio a lo lejos una pequeña cueva.

-¡Chicos! ¿Qué les parece si vamos hasta aquella cuevita y dormimos allí?

-Me parece perfecto –apoyó Katie.

Los demás, incluida Zeika, coincidieron en pasar la noche en la cueva, la castaña no dijo nada... pero se sentía como una nómada de los tiempos de antes, cuando se trasladaban de un lado a otro para buscar la supervivencia, cazaban animales para poder comer y también buscaban plantas que llevaran frutos para alimentarse bien, y así vivían hasta que entre ellos mismos descubrieron la agricultura.

-Chicas...-dijo Kucuy –Me parece conveniente que ustedes se queden aquí mientras que los muchachos y yo vamos a comprarles unas cuantas cosas.

-Sí, como ya saben... hay tienditas cerca –coincidió Meko.

-¿Y por qué nosotras no podemos ir? –quiso saber Zeika.

-Si quieren venir, vengan, pero es que pues... queremos protegerlas –le dijo Loeh a la castaña.

-Agh, por favor... estás hablando con una chica que mató a dos asesinos seriales bien peligrosos –dijo Katou sarcásticamente- Debería ser ella quién nos cuide.

Zeika estaba algo callada, lo que la pelirroja dijo la incomodó un poco, quería hablar de cualquier cosa, menos acerca de su asesinato y mucho menos sobre lo que sintió al clavar un cuchillo en el pecho de ambos criminales.

Finalmente los chicos se fueron dejando a las chicas en la cueva, ellos fueron a comprar comida y ropa nueva para todos, ya que de seguro lo necesitarían más adelante. Algo muy bueno de aquel lugar misterioso donde Zeika había caído, es que era abundante en ríos, y para la fortuna de los 7 amigos, habían quedado cerca de uno de ellos. Las muchachas estaban sudadas, pegajosas y cansadas, lo que más anhelaban era un buen baño y después una buena comida.

Mientras las cuatro chicas esperaban con ansias la llegada de los chicos se dispusieron a conversar con la nueva, es decir, Zeika, que estaba sentada en una parte de la cueva un poco aislada de las demás y sin decir nada.

Mi demonio internoWhere stories live. Discover now