-No me digas ¿tu gato utiliza champú de lavanda? -dijo el alto mientras parecía que olfateaba al aire.
Peter rápidamente se levantó y se puso delante del armario abriéndolo unos centímetros - shh gato malo -dijo como riñéndole al supuesto gato pero el alto rápidamente llegó a nuestra posición y abrió la puerta de un tirón dejándome al descubierto para todos los presentes - Ala... es la primera vez que algo como esto me pasa.
-Yo te he visto antes -soltó el oji azul de repente haciendo que los otros tres le mirasen extrañados.
NOW
-¿Los conoces? -me preguntó Peter extrañado, rápidamente negué con la cabeza.
-El otro día en el bar de carretera, estabas allí. -insistió el oji azul - ¿De qué huyes?
-Bueno eso no importa, está conmigo y es una mutante – le cortó Pietro para que no tuviese que contestar, yo le agradecí con la mirada.
-¿Cuál es tu poder? -pregunto el de gafas, que parecía sólo interesarse por las mutaciones.
-Prefiero no contestar -este se limitó a asentir con la cabeza con gesto avergonzado.
-Bueno toda ayuda es bienvenida – dijo el oji azul – me llamo Charles, el de las garras es Logan y el es Hank, y tú ¿Cómo te llamas?
Dude unos segundos en si decirle mi nombre completo, pero mire a Pietro y este asintió con la cabeza dando su aprobación – Hayley Blake.
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-Supongo que habrás escuchado toda la conversación- dijo al que llamaban Logan que me miraba con cara melancólica– Tenemos cosas que hacer.
-No tengo nada mejor que hacer... supongo -respondí a lo que Peter sonrió emocionado por esta nueva aventura.
Horas más tarde nos adentrábamos en el Pentágono Departamento de defensa, infiltrados bajo apariencias de turistas normales de vista a una nueva ciudad, mientras seguíamos a la guía que iba explicando la historia del edificio. Hank llevaba un gracioso sombrero mientras que los demás tenían su apariencia normal, al pasar junto a unas escaleras Logan, Charles y yo nos desviamos del grupo de personas mientras que Hank siguió en él y Pietro estaba haciendo su trabajo de infiltrarse. Hank inhabilito las cámaras de seguridad mientras estábamos bajando a los pasillos. Llegamos a la planta baja donde estaba la cocina, antes de entrar se escuchaba la alarma de incendios y bastante jaleo dentro de la gran cocina, al atravesar las puertas nos empapamos de agua por los aspersores que habían saltado por la alarma, los cocineros y empleados estaban dando vueltas por la habitación formando alboroto sin saber muy bien qué hacer.
-Damas y caballeros, niñas y niños esto es una situación de código rojo -entró gritando Charles a todas las personas – Vamos a evacuar a todos los de esta planta para que mis compañeros y yo podamos controlar la seguridad de la prisión.
