Aunque su tercer lugar en la final del Grand Prix fue una agradable sorpresa. Jean reconocía que uno de sus mayores fallos ocurrió cuando el recuerdo de la extraordinaria interpretación de Otabek Altin lo había asaltado con la fuerza de un viento invernal en una montaña alta.
Era extraño como podía desconcentrarse solo de pensar en él, perdía la concentración, el habla y sospechaba que muy pronto también la razón.
Aunque lo conocía desde hacía más tiempo que la mayoría de los otros patinadores tenía que reconocer que nunca había logrado un acercamiento efectivo al Kazajo, su esquiva y taciturna actitud le intrigaba al punto de que ante él su ser se disolvía quedando apenas un torpe e inseguro muchacho.
Claro que Otabek no era un trofeo fácil de obtener, no parecía susceptible a ninguno de sus recursos, inmune a su carisma, y atractivo a tal punto que apenas en raras ocasiones lograba que lo mirara. –Claro, solo tiene ojos para la niña rusa.-puso los ojos en blanco ante sus pensamientos, era absurdo sentir celos de Yuri, aunque lo reconocía bello y arrebatadoramente talentoso, no podía despreciarlo por lo que el percibía como una intrusión en su territorio ya que tal aseveración no era más que una fantasía de su intrépida imaginación.
Detestaba como el Héroe Kazajo lo hacía sentir, y lo que a veces identificaba como una fuerte atracción que se fusionaba con el afecto; otras veces lo asemejaba como un odio visceral e incontrolable. Cuando veía sus presentaciones le temblaban las rodillas y sentía un enorme vacío en la boca del estómago. Estaba consciente de lo mucho que practicaba, el primero en llegar a la pista, siempre el último en irse. Siempre solo. Había perdido la cuenta de las veces que había tratado de acercarse, comer juntos, una salida casual en grupo, algo... 200, 500 veces. El otro siempre se las había arreglado para rechazarle sin el más mínimo tiento, al parecer no importaba demostrarle lo mucho que le desagradaba.
Y aunque al Rey nunca le faltaba compañía, JJ solía sentirse muy solo y aislado; a veces recostado en su habitación deseaba ser como aquella elaborada proyección que había construido a fin de llamar la atención del otro. Pero no lo conseguía, sin importar cuan natural le salían las reacciones, el número de sus conquistas o cuantas medallas ganaba. Altin nunca le regalaba más de unos segundos de su atención seguidos de eternas negativas monosilábicas.
-Ojala un día me miraras, y me sacaras de detrás de esta mascara que me aprisiona.-Una lagrima solitaria bajo por su mejilla mientras miraba las estrellas.- Ojala un día pudiera hacerte sonreír.-el mismo esbozó una sonrisa triste y torcida una macabra mueca que esperaba que nadie pudiese ver jamás. Se llevó la mano al lado izquierdo del tórax, le dolía como siempre que pensaba en él. Ladeo la cabeza al mirar a un motociclista pasar velozmente con la calle, un escalofrió le recorrió desde el axis hasta el sacro -¿Sería posible?.-

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Espíritu Libre.
RomanceEra extraño como podía desconcentrarse solo de pensar en él, perdía la concentración, el habla y sospechaba que muy pronto también la razón.