Capítulo uno: Línea.

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¿Por qué ésas cosas solo le pasaban a él?

Un joven se encontraba tomando una taza de café en su escritorio, planificando y creando el nuevo invento maquiavélico para su Jefe. El chico estaba vestido con su típica bata de laboratorio y camisa nerd, agregando una bolsa de papel en su cabeza. Tan común de él.

— Diablos, ¿Por qué me ocurre ésto a mí? —Se lamentaba mirando los planos que tenía en su manos de su mas reciente artefacto.

Estaba estresado. Últimamente sus inventos todos eran un maldito fracaso desde que comenzó a trabajar para su nuevo jefe. Sus manos temblaban mientras una de ellas le proporcionaba debajo de su bolsa su taza de café.

— ¿En que fallé? —Se preguntó a sí mismo.

¿Por qué no vemos la razón de su agonía?

F L A S H  B A C K.

— ¡J-Jefecito! —Exclamó el doctor entrando al despacho de su malvado jefe. El hombre se encontraba mirando por el gran ventanal que tenía por detrás, observando con aburrimiento los hermosos tonos anaranjados que poco a poco acompañaban al cielo de esa tarde.

— ¿Hiciste lo que te pedí Flug? —Volteó su silla giratoria. El cabeza de papel admiró la apariencia de su contrario. Llevaba su traje elegante que le daba apariencia de Conde: su gabardina negra, su corbata y camisa, agregamos también el sombrero de copa que lo hacía destacar bastante.

— S-si, señor. —Asintió. El mayor colocó una mueca bastante macabra en su rostro.

— ¿Qué esperas idiota? ¡Muestra de una vez! —El doctor con nerviosismo ante la orden sacó el pequeño aparato.

Se trataba nada más ni nada menos que un arma capaz de eliminar los finales felices.

— Bien, ¿Funciona? —Preguntó levantándose y acercándose para tomar el invento en sus manos.

— B-Bueno, lo he utilizado con libros de cuentos de hadas. —Sacó de su bata un pequeño libro que narraba la historía de La Cenicienta. Lo dejó en el escritorio del doctor.— Intente con él. —Propusó.

El de gabardina no perdió el tiempo, activó el arma y disparó al libro, el cual ahora tenía un final nada feliz.

— ¡Buajajaja! ¡Bien hecho doctor! —Alegó mientras leía el final del libro donde corroboraban sí el final era triste.— Esa hermanastra era más perfecta para el príncipe que esa tonta mucama. ¡Jajaja! ¡Brillante! —El menor agradeció internamente, por fin después de varios fracasos al fin había conseguido hacer algo bien.

— ¡M-Me alegro que le guste señor! —Aún sus palabras temblaban con su cuerpo debido al miedo que su jefe ejercía en él.

Y aún así...

— Oye, ¿Por qué esto esta ardiendo? El arma estaba empezando a descontrolar su temperatura.

Oh no.

— ¿A-Ardiendo? ¡D-Dámelo pronto! —El científico trató de quitarle el artefacto de las manos, pues entendía que ese dispositivo iba a cualquier momento explotar.

Flug, está terminado... ¿Verdad? — Lo miró en una expresión fría, esperando un sí por respuesta.

Eh, ¡B-Bueno j-jefecito! A lo m-mejor tiene c-ciertas fallas... —Trató de hablar y dar una excusa perfecta para aquello, pero ya no importaba nada.

Estaba jodido otra vez.

F I N  F L A S H  B A C K.

Y allí se encontraba el inteligente doctor Flug adolorido por las recientes heridas hechas por su jefecito, Black Hat. Sus pensamientos solo repetían una y otra vez el doloroso sabor de lo que era ser un idiota para él. Y por ello se esforzaba en encontrar las fallas en sus inventos.

Trabajaba para él hace un buen tiempo. Siempre soñó que sería un gran científico famoso por todo el mundo como sus ídolos de la niñez. Sufrió todo lo que un niño u adolescente incomprendido sufría, tan solo para llegar a ese sueño de ser conocido.

¿Pero que creen? Las cosas no siempre salen como uno quiere. Había ganado su segundo doctorado en la universidad cuando lo conoció. Un accidente causado por unos de los inventos de sus compañeros lo llevaron al desagüe de su vida como forense.

Y lo conoció a él.

¿Quién se creería que como un villano como Black Hat lo haya salvado de la cruda muerte que quizás hubiera recibido? Bueno, lo hizo a cambio de un trabajo especial para Flug.

Ser su esclavo.

Esa era la razón por la cual el chico ocultaba su rostro. No permitía que nadie viera las horribles cicatrices que le dejó aquel incidente que marcó su vida. Eran la vergüenza de él, pese a que no fuera nada su culpa.

— ¡No puedo más con esto! —Gritó sin poder aguantar más el peso de sus hombros. Tiró la taza de marmol al suelo, rompiéndola. Y desgarró todas las hojas y trabajos que tenía a la mano, ya harto de todo.

Estaba triste, enojado, frustrado y lleno en cólera. Jamás había sentido unas ganas tremendas de tirarlo todo por la borda y hacer lo que por una vez en la vida quería lograr desde que llegó allí.
Escapar.

Pesaba que si hacía bien su trabajo el demonio lo dejaría libre para seguir con su vida, y no tendría que pasar a grados peores. Pero no fue así. Fueron tantos los intentos de hacer algo bien para Black Hat, algo que funcionara e hiciera que el de gabardina estuviera al menos alegre por su trabajo. Y sin embargo nada funcionó.

¿Por qué sus inventos para Black nunca pasaban de la Línea de lo deplorable?

— Tengo que salir de este lugar. —Se dijo a sí mismo como si ahora realmente fuera su prioridad. Mandaría a la mierda los artefactos que le proporcionaba a su jefe para enfocarse en lo que de verdad le importa. Total, igual no iban a funcionar si se esmeraba en ellos.

Sacó un nuevo lápiz con punta, y varías hojas de planos limpios. Debía crear varías ideas de como salir de esa gran casa. Y variadas ideas se le vinieron a la mente.

...

¿Crees que no noto lo que haces?

...

Notas finales:

:"v when no resisto e hice el fanfic de esta wea.

Seran capítulos muy cortos comparados con los que yo escribo :"b sorry.

Maldita escuela :-; tengo 7 exposiciones y 3 exámenes esta semana.

RIP mi persona.

Bai.

Escape // Paperhat // VillainousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora