Decisiones Incorregibles

Treinta y cuatro (✔️)

Capítulo dedicado a: gdragon_im mil gracias por ser una fiel lectora, espero  de corazón verte leyendo y comentando el resto de mis libros.

Agridulce promesa

Agatha

Penúltimo Capítulo

¿Les ha pasado alguna vez que un recuerdo se vuelve tan vivido y real que sin importar el tiempo que transcurra este siempre se mantiene exactamente igual?

Han pasado con exactitud tres semanas completas desde que viví este hecho y no puedo dejar de revivirlo, una y otra vez.

Y aunque no lo desee es por completo inevitable.

El día de mi divorcio.

Fue tanto bueno como malo.

Bueno, porque ambos avanzamos hacia delante. Malo, porque ninguno de los dos sabía con exactitud qué sería de nuestro futuro.

Recuerdo haberme quedado parada en la recepción de aquel condominio.

Ansiosa.

Nerviosa.

Aterrada.

En ese entonces no se me había ocurrido el por qué me encontraba allí, o a lo mejor no fui capaz de procesarlo a tiempo. Al fin y al cabo, la notificación llegó hasta la casa de mi madre, junto con un pasaje de ida y vuelta.

Pero la abrumación de la sorpresa y el poco tiempo que él me dio para procesar todo, jugó en contra.

Y ahí estaba yo, sin la más mínima idea de nada.

Sola y despistada.

Quizá debí asumir que habría alguna trampa, después de todo, el piso era de una zona accesible y completamente habitable. 

Estoy segura que jamás podré olvidar la maniobra sigilosa por la cuál los gorilas de Fitzgerald se las arreglaron para llevarme hasta el ascensor; para luego depositarme en aquella habitación amueblada.

Después de ello todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos y casi sin pensarlo, él apareció al lado de su inseparable mejor amigo británico, el cuál no había visto en un buen tiempo.

Sus facciones eran las mismas.

Pero se le notaba levemente más delgado y ojeroso, en verdad tuve que morderme la lengua para no decir absolutamente nada, porque por su rostro demacrado estaba más que segura que el inglés no dudaría en golpearme de presentarse la oportunidad.

Segundos después, el contrato apareció en mi campo de visión.

Y seré cien por ciento honesta.

No lo leí.

O al menos no pude hacerlo, porque de inmediato, el orang....él tomó un lapicero y lo firmó sin pensarselo dos veces.

Sin ningún tipo de contemplaciones y yo cuál robot me limité a imitar su acción, porque firmar los papeles era la parte fácil.

Lo que debimos haber hecho desde un principio sin conocernos en lo absoluto.

Puesto que desde el primer momento sabía que todo este juego se limitaba a ser tan solo un tratado destinado al fracaso u rompimiento.