𝐮𝐧𝐨

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 𝙪𝙣𝙤; 𝙚𝙡 𝙘𝙤𝙢𝙞𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙥𝙧𝙞𝙢𝙖𝙫𝙚𝙧𝙖

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𝙪𝙣𝙤; 𝙚𝙡 𝙘𝙤𝙢𝙞𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙥𝙧𝙞𝙢𝙖𝙫𝙚𝙧𝙖

05/06/2002, día de lluvia, 18:54 horas.

Lo nublado del cielo no dejaba entrever los rayos solares, los pájaros no cantaban y nadie hacía ningún sonido. La casa tenía la puerta abierta de par en par, era de aquellas sumamente cuidadas que no necesitaban una cubierta de protección exterior. Sucedió una hora después, el niño coloreaba en su cuarto; la omega se balanceaba de lado a lado con el vientre hinchado mientras miraba en el televisor un programa de telenovelas antiguas, sus favoritas, pintaba sus uñas con un esmaltado blanco y escuchaba atentamente a su hijo reír en el piso de arriba; y el alfa se movía en la cocina, tenía los vegetales ordenados y lavados, la tabla húmeda con el cuchillo posado en la orilla, el aroma a carne salteada inundaba toda la habitación abriéndole el apetito a ambos adultos.

El niño pintaba con los labios abultados, sacudía su claro cabello admirando a sus personajes en papel. El negro azabache de las pupilas le envolvía, le hacía sentir como si aquel muchacho le estuviera mirando a través de la hoja, sonrió suavemente y siguió coloreando sin percatarse del ruido de la planta de abajo.


20:00

El pequeño estaba asustado, su cuerpo temblaba junto con las brisas heladas que golpeaban su espalda y sus manos se veían pálidas. Los recientes hechos le hacían querer soltar las lágrimas contenidas en sus párpados, su labio inferior sobresalía temblando y sus sollozos lastimeros sonaban desde la otra esquina del barrio.

Frente a él una poza espesa de líquido rojo, oscuro y de un olor metálico completamente desagradable, su instinto le volteaba la cabeza para no mirar tal espantosa escena pero él quería mirar cómo el cuerpo degollado y azotado por golpes, cuchillas y dolor, se descompone frente a sus ojos.

"Mami" Murmuró arrastrando su cuerpo por toda la alfombra húmeda, su pijama se veía manchado, tal como una escena del crimen. La mujer yacía en sus brazos con los ojos en blanco y la boca abierta en signo de auxilio, los brazos caían pesados a un lado de su cuerpo junto con las piernas cubiertas de líneas rojizas. El niño aún no comprendía el porqué sus ojos desorbitados no se cerraban, seguían intactos mirándole desde abajo y le asustaba con demasía.

Su pecho se encogió al notar su nuevo estado, huérfano, sin madre ni padre que le ayudarán una vez más. Y como una ráfaga repentina, su mente le enseñó a su madre por la mañana, sonriéndole, cantándole, besándole y amándole, su padre dándole de comer, enseñándole a sumar y a restar, a ser un buen hombre al igual que él. Ya no les tenía a su lado, el cuerpo de su padre siquiera estaba cerca, no estaba dentro de la casa y no quería salir a buscarlo, si aquel hombre seguía cerca de su hogar podría verlo y terminar su trabajo.

Y todo parecía indicar que fue un celo, por ese olor que volvía locos a aquellos salvajes libidinosos ¿Acaso su madre no tenía valor alguno? Era una hermosa omega, dedicada a su hijo, a su esposo y a ella misma. Podía sentir la presión palpitante sobre su pecho, su madre era el sol de su vida, le inspiraba verla regar las plantas, cultivar las flores, cocinar platos complicados ¿De verdad su madre merecía un destino tan cruel? ¿Por qué? ¿Por ser una omega sana, por ser dulce, por ser atractiva? No tenía ningún sentido en su cabeza.

honey  ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora