(Era la felicidad)

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Recuerdo que afuera estaba la lluvia.

El viento que soplaba con violencia.
Ahogando las voces del pequeño hogar,
amenazando con derribar lo poco que quedaba de él.

El frío,
que se escurría por ventanas de cartón.

Las paredes huecas,
que atrapaban el sonido de los grillos por la noche,
como la más preciosa canción de cuna.

El invierno.
que con paso firme,
entraba y se burlaba,
de paredes sin techo.

Fueron las tardes de Mayo.
ellas nos hicieron acercarnos más.

Delgados cuerpos,
acurrucados frente al fuego de la vieja estufa,
esperando por devorar panqueques,
por degustar el dulce sabor del café,
que dilataba nuestras pupilas,
manteniéndonos vivos,
cuando la noche era oscura.

Aquella antigua televisión.
que hacía de caja mágica,
y que llenaba nuestros opacos rincones de colores brillantes.

Que alimentaba nuestra imaginación,
con aquello que no teníamos.

, nunca fue más claro.

Era la felicidad.
que cómplice nos acompañaba.

Esperanza en medio del caos.
La única que conocí en ése entonces.

Era el amor.
Puro y tangible.
El cual lucía tan insignificante.

Pero que llenaba mi corta vida de significado,
de hermosos colores,
sin saberlo.

No necesitaba más,
y ni siquiera conocía el resto del mundo.

Sólo era una niña de ojos expresivos.
Silenciosa.
Nacida y criada
en una pequeña familia pobre.
La cual jamás imaginó poder tener tanto, en medio de nada.

Era el amor, sí.
La única cosa que habitaba en mi pecho.

Que crecía y se extendía
mientras bailaba bajo la lluvia.

Ése pedazo de momento.
Porque quello que nos mantenía unidos valía más que cualquier cosa.

Una realización, sí.
Ahora lo había descubierto.

Mientras tanto,

Afuera estaba la lluvia,

El mundo que se caía a pedazos.

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