Es una verdad enteramente reconocida que ninguna familia, sea de alta cuna o no, elfo, héroe e incluso un hechicero ya extinto, emparentaría con un Kageyama. Una familia de linaje indudablemente impecable, a lamento de ellos, su pureza se reducía al desprecio de su raza.
Kageyama Tobio era el más joven de la casa Kageyama, un fiel ejemplar de su más antigua descendencia. El muchacho de no mas de dieciséis años era la punta de flecha de la casa, desde que su abuelo Kageyama Hisao había perecido por su vejez que, a decir verdad, era increíblemente fiel a su nombre. Él había tomado el peso del emblema en sus aún delgados hombros, sin embargo no era como si ello significara un verdadero esfuerzo, en la fortaleza vivían los últimos Kageyama, la madre y la abuela de la esperanza de permanencia de elfos sangre pura. Esperanza fútil era la que le tenían las Kageyama a Tobio.
El muchacho a sus cinco años había desarrollado un fuerte amor por lo que denominaban un deporte, o mejor conocido como caza. Era hábil, certero y escurridizo, un gran arquero y diestro en la magia, nacido para ser comandante de la guardia del rey de los elfos, sin embargo aquella aspiración no quedaba más que en un efímero sueño. Se tenía prohibido el ingreso a la guardia real a seres ajenos a elfos y héroes, y haciendo una especial condición contra los Kageyama.
A los diez años, cuando el padre de Kageyama aún vivía y el verano se respiraba en aquellas tierras ocultas, el pequeño muchacho había logrado forjar amistad con el príncipe heredero al trono, cosa que disgustó enormemente al rey, cuando aquella fiel amistad fue descubierta, el escandalo se esparció como pólvora, ni un solo habitante de Karasuno ignoró aquello. En tanto jugaban cerca de un pequeño cuerpo de agua cazando a los conejos que saltaban despavoridos tras la primera roca que lanzaban, el rey en persona se dirigía con todo un pelotón, dieciocho hombres que al divisar al príncipe heredero Shouyo y al indigno de la casa Kageyama, rodearon y amenazaron con diez arcos y siete de los mejores espadas.
No es necesario mencionar que estar rodeado había sido casi una pesadilla hecha realidad, pero es importante recalcarlo, otro hubiese mojado los pantalones con ello. Un simple juego de niños se había convertido en una cacería sin salida. Al verse rodeado, Tobio no tuvo ni la mas mínima idea de lo que pasaba ahí sino hasta que se lo habían dicho de una nada sutil manera.
Se le acusó de incumplimiento a la ley y es que los Kageyama tenían dedicado todo un articulo a ellos y la más importante de todas las reglas impuestas era la estricta restricción de contacto con la familia dirigente. Su padre había llegado en el momento en que fue apresado, hubo una revuelo enorme y... Solo pocos sabían lo que había ocurrido aquella tarde pero el reino había perdido diecisiete soldados, al padre de Kageyama y al rey de los elfos. Después de aquel día se vigiló constantemente a los Kageyama, se prohibió su ingreso a la guardia real y no tenían permitido salir de Karasuno.
Tobio no recordaba absolutamente nada de ello y no es como si le gustara siquiera pensar en como había ocurrido aquel episodio. Desde aquel día también dejó de ver a Hinata muy seguido, después de todo, él tenía el deber del mando por la muerte del rey, su padre. Las lecciones y su preparación para el trono eran aún mas exhaustivas, se había previsto que el rey viviese varios años más.
Ahora, a sus dieciocho años se encontraba en un concurso de cacería, se había propuesto un viaje con la guardia real en la próxima expedición que se haría con objeto de preservar la seguridad del reino, los orcos, criatura terriblemente grandes, repugnantes, con colmillos que sobresalían por los labios y de gran tamaño habían expandido su territorio y amenazaban la paz del reino. El concurso tenía la intención de recaudar lo de cada inscripción y destinarlo al reabastecimiento de la guardia.
Realmente le había costado mucho poder ingresar al concurso, pero aplicando un simple pregunta como "¿temes perder?" se le había concedido por orgullo su derecho, aunque el único problema no radicaba ahí, su madre se negaba siempre a dejarlo entrenar con el arco o su magia y por tanto se había negado sin opción a su participación, así que tuvo que decir una pequeña mentira y ahora ella pensaba que se encontraba nuevamente compitiendo con Kunimi y Kindaichi. Tambien había otro problema mayor y es que según el decreto real, él como un Kageyama, no tenía derecho a salir del territorio de Karasuno, solo le quedaba esperanza tras ganar. Estaba seguro de alcanzar la victoria, no por nada le habían nombrado el rey de la cancha, aunque no precisamente era un alago, pero Oikawa ya le había enseñado a tomarlo mejor.

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Ignominia
Fiksi PenggemarSin importar algo como un rumoreo intenso hecho noticia de última hora, Kageyama Tobio siendo un elfo de la estirpe mas pura en existencia, se encontraba celebrando -hasta el punto que le era posible- su unión espiritual con Tsukishima Kei, un híbri...