💓 Final 💓

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Marcus aventó su móvil a su cama, y después se recostó en esta. Lo había perdido, no había duda. ¿Es posible ser tan idiota? Claro que es posible, Marcus es la prueba viviente.

Ya había pasado más de una semana desde que Elías le había dicho tales cosas a Marcus y no habían vuelto a verse, ni siquiera a hablar.

Cerró los ojos un momento, y recordó la sensación de tener los labios de Elías sobre los suyos. Era un idiota, no había duda. Tomó su móvil de nuevo e intentó mandarle otro mensaje a Elías, pero, para su sorpresa, no pudo.

"Usuario no encontrado."

—¿Qué? —se murmuró a sí mismo—. No... No creo que... O tal vez sí...

Una extraña sensación invadió su cuerpo. Mierda, mierda, mierda. Marcus no sabía absolutamente nada de Elías. Ni su domicilio, ni su número telefónico, ni nada.

—A la mierda —se dijo.

Rápidamente, con sus manos temblorosas, le llamó a Jonathan.

—¿Sí? —contestó Jonathan adormilado—, ¿quién es?

—Soy yo.

—Oh, hola, Yo.

—Perdón por molestar, pero necesito que, por favor, me digas todo lo que sabes de Elías.

—¿Por qué te diría eso? —dijo Ethan quitándole el móvil a su novio—, Elías no quiere saber nada de ti.

—Sólo hazlo, cosa inútil.

—Te lo mando por fax —dijo y colgó.

Marcus esperó un poco mirando a la nada, intentando comprender lo que acaba de pasar, y cuando lo captó se dio un golpe en la frente.

Rápidamente se levantó y salió del lugar. Condujo unos minutos hasta llegar a la casa de su hermano. Tocó la puerta y esperó a que alguien abriera, pocos segundos después Ethan abrió y lo miró con cara de repulsión.

—¿Qué quieres? —preguntó Ethan.

—¿Dónde vive Elías?

—Qué te importa.

—Me importa mucho.

—Te lo mando por fax, adiós —dijo con una sonrisa e intentó cerrar la puerta, pero Marcus lo impidió, y sin permiso alguno entró al lugar—. ¿Qué carajos te pasa?

—Dime.

—No lo haré. ¿Por qué lo haría?

—Porque eres mi hermano, y deberías apoyarme.

—¿"Apoyarte" en qué?

—En buscar a Elías, pedirle perdón y...

—"Y...".

—Y decirle que me gusta.

Segundos pasaron, no hubo respuesta de Ethan, solo intentaba evadir la mirada de Marcus y de alguna forma hacer que se vaya. De pronto Marcus sintió como su móvil vibraba en su bolsillo. Lo sacó, ignorando la mirada molesta de Ethan y, con esperanza, abrió el mensaje.

"JonnhyBravo le ha compartido "Casita de Elisito" a Marcus."

Volvió a ignorar a Ethan, y salió de aquella casa. Elías vivía en Indianapolis, a 3 horas y tal vez 15 minutos de las afueras de Chicago en automóvil. No es tanto como viajar a Boston, así que, Marcus, pasó por una tienda de autoservicio, compró comida y llenó su tanque de gasolina. Y, así, emprendió su viaje para ir a ver a Elías.

Las horas pasaron, Marcus escuchando casi todo el camino la misma canción y cantándola a todo volumen. Siguió al pie de la letra las indicaciones que el GPS de su móvil le decía y, por fin, a las 8:50 de la tarde, encontró la casa de Elías.

No era como se esperaba. Era una casa grande, blanca, con el toque de un típico estadounidense. Eso le dio miedo. Tal vez Marcus no es lo que Elías merece. Guardó sus objetos de valor en su automóvil y se sentó aun lado de la barda que separaba la entrada principal de la calle. Se puso a mirar el cielo y a pensar en que carajos iba a hacer ahora, y se quedó dormido. Despertó de un salto cuando una mujer tocó suavemente su hombro.

—Disculpa joven, necesito sacar la basura.

Marcus se disculpó y se levantó del lugar. Otra vez regresó a la realidad y de nuevo tenía que tomar una decisión.

Respiró ondo, se alisó el cabello e intentó acomodar un poco su ropa, se acercó a la puerta de la entrada y tocó con sus nudillos. No hubo respuesta. Para su sorpresa la puerta estaba abierta, asomó su cabeza por un lado y vio como un pelirrojo estaba rodeado de dos pequeños pelirrojos. Era Elías, y dos niños que Marcus no conocía.

Cerró la puerta, y volvió a tocar. Ésta vez, la misma mujer que le dijo que se moviera, abrió la puerta. Lo miró mal.

—¿Busca a alguien?

—¡Ah! Hum... A Elías.

—¡Joven Elías! —gritó la mujer—, alguien lo busca.

Elías, a la distancia, dejó a los niños y se acercó a la puerta, primero le preguntó algo a la mujer, y luego lo miró. Lo miró a los ojos y su expresión era de sorpresa. Como si de verdad no esperara que Marcus hiciera algo por él.

Con una seña le dijo a la mujer que se fuera, y con otra hizo que Marcus avanzara un poco para pararse en medio de la entrada.No sonreía, todavía no, Marcus no esperaba que lo hiciera.

—Estás aquí —dijo él por fin, sin mover apenas los labios.

Marcus asintió.

—¿Por qué?

Marcus no pudo pensar en palabras que contestaran esa pregunta, el simple hecho de escuchar de nuevo su voz hacía que sus rodillas temblaran un poco y que el abecedario completo se desapareciera de su memoria.

—Tengo miedo —se explicó—, puedo pensar muchas cosas. Puedo pensar que no lo merezco, y tal vez no lo hago, pero-

Elías avanzó deprisa y rodeó el rostro de Marcus con las manos para atraerlo hacia sí.

El alivio inundó completamente su ser.

Marcus tocó los hombros de Elías , luego el cabello y por fin, sus mejillas llenas de pecas, las cuales acarició con las puntas de sus dedos.

Nunca había besado a alguien así, probablemente porque nunca había tenido miedo de perder a alguien.

Se separaron, y Marcus dio un paso adelante por miedo a que él se retirara y también para seguir conservando la calidez que los invadía a ambos,.

—Estás aquí —repitió.

Y sí, estaba ahí, por fin estaba ahí.

ElíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora