Despierta

Capítulo 4

John

Había tenido una mañana muy agitada y poco convencional.
Desperté de un ánimo muy bajo y enojado con la existencia misma.
Nuevamente mi madre se trasnochó en su turno de noche en el hospital, lo cual significó que no había desayuno preparado.
Tomé unas cuantas monedas que había sobre la mesa principal de la sala y salí rumbo a la tienda por algo de comer.

Odio cuando me despierto así. Es como si quisiera asesinar a todo el mundo, como si quisiera alejarme y no tener contacto con algún otro ser humano, con si la vida perdiera todo sentido.

Luego de comer un paquete de frituras y una soda, me dispuse a hacer algo para cambiar mi estado de ánimo.

Tomé mi chaqueta y las llaves de mi moto y salí hacia el único lugar donde puedo matar mis penas.

Hay un pequeño lugar en el centro, cerca a una heladería famosa, donde unos amigos y yo nos reunimos a ensayar nuestra pequeña banda.
Al llegar, abrí la pequeña puerta y sin saludar a nadie me encaminé hacia mi puesto, el lugar donde guardo mis cosas.

Saco mi estuche, y a continuación, como de costumbre armo mi instrumento y me dispongo a liberar toda la tensión acumulada en mí.

Hago sonar mi pieza favorita.
Es una canción algo vieja ya, pero me encanta. Cantada por el maestro Frank Sinatra, y con un arreglo del señor Arturo Sandoval, empiezo a tocar las notas que llevan por nombre "my way". Es una canción muy hermosa y fácil, aunque tiene unos sentimentalismos en su ejecución que la hacen muy compleja a su vez.

Perdido por completo en el embriagante sonido de mi saxofón mientras interpreto aquel tema, ignoro que ya han llegado mis compañeros y que ahora forman un círculo a mi alrededor.
No me inmuto, permanezco aún concentrado, dejándome llevar por las lindas tonadas de aquellas canción, cuando de la nada escucho un gran estruendo que proviene de la puerta, lo cual hace que me detenga de golpe.

Ahí, justo en toda la entrada, hay una chica de pie mirándome fijamente.
No sé quién diablo es, pero acaba de interrumpirme y esto lo va a pagar.

Con rabia en la sangre, dejo mi saxo sobre su estuche y me dirijo directamente hacia ella.

ーAcabas de interrumpir un ensayo muy importante, niñaー digo mientras las miro directamente a los ojos con mucha rabia.

Ella sólo permanece ahí, mirándome sin decir nada, parpadeando desesperadamente.
Cuando está a punto de hablar, un hombre la toma por el brazo y la llama.

ーLucy, vámonos, no deberías estar aquíー Dice él mientras me mira de manera desafiante.

La chica esboza una sonrisa tímida y antes de salir, me da unas pequeñas palabras.

ーera muy hermoso lo que estabas tocando, me encantóー dijo segundos antes de salir por la puerta.

Yo, sin embargo, me quedé allí estático. Su voz, esa dulce melodía que brotó de sus labios había logrado cautivarme.

De una manera muy inesperada, mi día, no, mi vida se arregló por completo.