Capítulo 10

14 4 0
                                    


John

Se fue.
Cuando Mateo apareció en el umbral de la puerta y con su voz interrumpió nuestro apasionado encuentro, aquella hermosa chica se escurrio de entre mis brazos cómo agua entre los dedos.

Maldije en voz baja porque gracias a la aparición del pianista del grupo y de su forma tan abrupta de entrar yo no había tenido tiempo de preguntar si quiera su nombre.

Estaba realmente enfadado, quería salir corriendo de ahí y buscarla, tenerla nuevamente entre mis brazos y besarla como lo había hecho pero no sabía su nombre ni mucho menos su dirección para llevar a cabo mi plan.

Lucía Williams ーdijo Mateo sentado sobre un banco a un metro de mí. No entendía de qué me hablabaー estudiante de del Instituto mixto Santa Clara, con 16 años de esas y su vivienda ubicada en la carrera tercera, número 9-18

Por un momento me quedé mirándolo sin comprender qué quería decir, pero al observar con mayor atención noté que entre sus dedos había un carnet de identificación de color verde, el cual leía atentamente.

Es hermosa, amigo ーvolvió a abrir su boca y me sentí el más dichoso del mundoー apresurate y ve por ella tigre.

Dicho esto, me arrojó el carne. Cuando este cayó en mis manos lo miré y cómo había pensando, se trataba de ella. La foto de identificación no me engañaba.
Sonreí cómplice con ni amigo y salí corriendo hacia mi motocicleta para dirigirme hacia el lugar donde sabía que la encontraría.

Estaba nervioso. No sabía qué hacer. No sabía si llegar a su puerta y llamar o hacer otra cosa. Pero, ¿Qué más podía hacer? Sólo tenía esa opción.

Cuando llegué frente a la puerta de su casa, marcada con la dirección de la identificación de su escuela (la cual curiosamente había sido mía dos años atrás) me paralicé.
Estaba tan nervioso que comencé a sudar frío. Un escalofrío subió por toda mi espalda y mis bellos se pusieron de punta.
Por un momento pensé en irme y hacerle llegar su carnet a la escuela pero quería parecer un cobarde que Se echa para atrás sin hacer frente a las cosas.

Sin pensármelo más presioné el botón del timbre y segundos después apareció una señora de baja estatura, muy bien arreglada y conservada. Intuí que era su madre.

Buenas, diga ーdijo la señora con una amable sonrisa en si rostro.

Buenas tardes ーdije mientras la voz me temblabaー ¿se encuentra Lucía?

Claro, por favor espere un momento y ya la llamo ーdicho esto se marchó.

Estaba aún más nervioso que antes. Sentía que en cualquier momento mis piernas faltarían y caería tendido en el suelo.

Buenas noches ーescuché decir a mi espaldaー ¿qué se te ofrece?

Pensé en qué diría. Puesto que estaba de espaldas aún no podía ver su rostro ni ella el mío. Lo pensé un par de segundos y luego solté sin preocupación alguna.

¿No te habían dicho que es de mala educación marcharse y dejar a alguien con un beso en la boca y ganas de más?

DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora