Deja de ser tan tú.

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Por una milésima de segundo, me quedé en shock por el desconcierto. Solo por una milésima de segundo. Después, le enseñé el dedo medio y rodé los ojos.

-Por un momento te lo creíste ¿no es cierto? –me dijo con una estúpida carcajada, saliendo de su estúpida boca. Que no era para nada sexy, por supuesto que no.

-Púdrete.

-Aunque debo admitir que me alegra descubrir que eres chica. –siguió burlándose.

-¿Sabes qué? –inquirí a modo retórico, pero el muy imbécil contestó.

-No, pero dado la suerte que tengo, apuesto a que me lo dirás.

-Dices cosas todo el tiempo, cosas que al parecer, crees que le interesan a alguien más que a tu madre, a quien probablemente tampoco le importen, así que deberías guardarte esas cosas para ti mismo en lugar de andar por ahí diciéndolo como si a alguien realmente le importaran. –hice una pausa para calmarme un poco y respirar hondo- Ah… y te aseguro, que si alguien te escucha, no es por más que por tu dinero y tu familia, estúpido niñito ricachón.

Él solo me miró con una mezcla de sorpresa, confusión y coraje.

Tal vez me pasé un poco… no la verdad no. El tenía bien merecido todo lo que le dije, que por supuesto no es más que la verdad. Mi reacción no fue por la broma. Fue por todas las bromas que el cabrón me ha hecho, estaba muy harta en verdad de sus constantes burlas, y la verdad es que yo ni siquiera sabía porqué me odiaba tanto, yo lo odiaba porque el me odiaba, y por supuesto, por sus burlas.

Y pensar que todo empezó porque le derramé un vaso de jugo en el kindergarten.

Cuando terminó la clase –casi me la perdí toda por estar discutiendo con Ricky ricón- me levanté con toda la calma del planeta de mi asiento, la verdad es que me sentía muy bien después de haber descargado mi mal humor con el imbécil.

Cuando de repente sentí una mano en mi hombro, volteé solo para ver a la lombriz descerebrada parada detrás de mí con una mirada extraña.

     -Te diré una cosa, no sé, no entiendo y tampoco comprendo…

-Por supuesto que no, si no tienes cerebro y careces de neuronas es imposible que entiendas algo –lo interrumpí.

-Eres imposible, maldita y totalmente imposible. –me dijo visiblemente irritado, lo cual me importaba una mierda.

-Bueno, déjame decirte que tú no eres un pan de Dios. –le dije, después recordé que el había interrumpido mi calma anterior y dije: ahora dime que es, de entre todas las otras cosas, lo que no comprendes en este momento.

-Olvídalo, ahora ya no me interesa arreglarlo. Nos vemos en tu casa el sábado, a las 3:00. –Murmuró en tono frío y se fue.

Me quedé ahí parada unos segundos.

¿Arreglar? ¿Arreglar qué?

Me quedé pensando en eso unos, no lo sé, tres segundos cuando decidí que me importaba una mierda lo que él quisiera arreglar.

Me encogí de hombros y me fui a matemáticas.

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Por fin, el almuerzo.

¿Nunca has estado enamorado? Pues yo sí. Mi único y verdadero amor, era por supuesto, la pizza. Quiero decir, solo debes verla para darte cuenta de que es perfecta, lo tiene todo: queso, peperoni, pan, salsa de tomate. Aunque, bueno, digamos que yo amo cualquier cosa que puedas llamar comida. Lo sé, a este paso me convertiría en un nuevo integrante de la familia de Pepa la cerdita 1. Y la verdad no me importaba, mientras tuviera comida, cama, libros y por último y no por eso menos importante, papel de baño, sería inmensamente feliz.

Odio, amor y viceversa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora