Los amigos son raros.

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-Adiós Jace.

- ¿No me das mi beso de despedida? -inquirió lanzándome una mirada coqueta.

Rodé los ojos y le cerré la puerta en la nariz.

Dejenme contarles lo que sucedió después del oportuno timbre del microondas.

Me había casi aventado a la cocina dejando al rubio con cara de confusión en mi sala de estar.

-¿Qué mierda? -susurré para mí misma.

Negué con la cabeza y saqué las palomitas del horno, puse un montón en dos recipientes, así no tendría que temer poder tocar la mano de la lombriz que habitaba en aquél momento mi casa junto a todas sus bacterias y virus que probablemente fueran contagiosos.

Tomé dos coca-cola's del refrigerador y regresé al sitio de torturas... quiero decir, la sala de estar.

Jace ya estaba muy acomodadito en el hermoso sofá blanco de peluche de mi padre.

-Saca tu asqueroso cuerpo del sofá de mi padre.

-¿Asqueroso? hace un momento no pensabas lo mismo... -se burló levantando las cejas.

Entrecerré los ojos y acto seguido, lo levanté yo misma del sofá tomándolo de los rubios cabellos, disfrutando del glorioso gemido de dolor que dejó escapar. Lo dejé tirado en el suelo y me acomodé en su anterior lugar. al cabo de unos minutos, al ver que no se levantaba, le acenté una patada en las costillas haciendo que soltara otro quejido.

-Ya cállate nenita, y pon la película que no tengo tu tiempo.

Se levantó medio cojeando -qué martir- y puso la película para después dirigirse a MI asiento, a MI lado, violando MI espacio vital.

-¿Qué crees que haces?

-Sentarme... ¿No es obvio?

-Ni siquiera lo pienses Stark. Te me arrinconas en el sillón de allá -señalé el asiento más alejado del mío.

-Oh, vamos Paige. Los amig...

-¡No! Ya cállate con tu cantaleta sobre como deben ser los putos amigos. Y QUI-TA-TE, no me dejas ver a mi novio Tom Cruise.

Solté un suspiro cargado de amor y él rodó los ojos pero obedeció arrebatándome un tazón de palomitas de las manos y una coca-cola.

Sinceramente, siempre he sido una persona que puede perderse en una película si realmente me interesa, no importaba si Jace se la pasaba refunfuñando cosas sobre "chicas malhumoradas" y "malas amigas", toda mi atención estaba puesta en el sexy protagonista de Misión Imposible y sus ninja-movimientos.

Estaba taaaaan sumergida en la película que nisiquiera me dí cuenta cuando mi "amigo" se levantó hasta que lo sentí caer con todo su peso a mi lado.

Fruncí el ceño y lo mire con notable irritación.

-¿A caso no te acabo de patear el culo para que te alejes de mí?

-Paige... -ronroneó acercandose peligrosamente, de la forma en que un felino acecha al ratón indefenso-. ¿Por qué no terminamos lo que empezamos antes de la interrupción de tu microondas?

¿Guat?

¿Guat?

¿Guaaaaat?

Estaba cerca, oh diablos, tecnicamente estaba sobre mí. SOBRE MÍ. Iugh. Sus bacterias sobre mi sacrosanto cuerpo. Iuuugh.

-Aléjate intruso, shu shu shuuu -dije alejándolo, poniendo las manos sobre su no-fornido y super sensual pecho.

-Sabes que lo deseas Paige, aquí me tienes. Dispuesto. Viólame. Soy tuyo, completamente tuyo. Meteme al cuarto rojo si quieres. ¡CASTÍGAME! HAZ LO QUE QUIERAS CON ESTE VIRGEN Y SANTO CUERPO. -se me insinuó pasandose las manos por su cuerpo, haciendo una demostración de cada cosa que me ofrecía.

Odio, amor y viceversa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora