Primera parte 2

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Capítulo 2: Pau


Mi solución para eso empezó con un susto. Una chica de mi clase me dijo entre risas y al oído que yo le gustaba a Eva... Mi corazón se detuvo. Luego caí en que se refería a Eva Almeida, ¡que desilusión!

Pero se me ocurrió algo... ¿Genial? ¿Retorcido? ¿Estúpido? Llámalo como quieras, para mí fue liberador.

Un día durante el recreo me acerque a ella y su grupo de amigas, todas marginadas. La fea, la gorda y la tonta. Esas eran ellas. Me paré a su lado y le dije —Oye Eva, ¿puedo hablar contigo?
Se puso colorada al instante, dejándome claro que era cierto, estaba colada por mí.

Sin pronunciar palabra me siguió hasta los servicios, y antes de entrar, hablé con ella.

—Me han dicho que te gusto, ¿es verdad?

Ella no respondió, se puso roja como un tomate.

—Bueno, tú a mi si me gustas —le dije para reconfortarla y que no pensara que iba a reírme de ella o algo así.

—¿En serio? —me dijo en voz baja y muy sorprendida. Normal, yo en esa época era, no solo el malo y el repetidor de la clase, sino que además era el más guay desde el día, no hacía mucho, en que le tiré un balón a la cara al profe de gimnasia y le dije que se jodiera.

Ese tío era un cabrón en sus clases y con todos sus alumnos. No respetaba a nadie, se merecía eso y más; y desde entonces mis compañeros me pusieron en un altar.

No me expulsaron ni nada parecido, solo volví a casa con un parte disciplinario porque el profe este no explicó como lo había humillado, el decir eso era más doloroso a su ego que el mismo hecho en sí. Él solo dijo que le había dado con el balón, yo mentí diciendo que había sido sin querer.

Volviendo a lo que iba... Lo de la otra Eva. Aproveché un momento en que todas las niñas salieron del baño para cogerla de la mano y llevarla hasta dentro de uno de los servicios asegurándome de que nadie nos viera.

No voy a entrar en detalles sobre lo que pasó, no soy un morboso retorcido. Sé que la cosa no estuvo muy bien. Me aproveché de la inocencia de una niña, que, aunque yo también lo fuera, en esa época les daba mil vueltas a todos los de mi edad.

La cosa fue, que conseguí lo que quería. Me libré de esa tensión sexual que pronto volvería a azotarme, pero por el momento estaba bien.

Mi plan no salió, de todas formas, como esperaba. La gente se enteró de que había pasado algo y pronto se corrió la voz. Eva, la mía, me estuvo interrogando tratando de averiguar lo que pasó, y solo se me ocurrió decirle una mentirijilla y no explayarme en detalles.

—No pasó nada. La gente se inventa cosas. Solo nos dimos un beso —dije.

Afortunadamente ella no habló tampoco, y de pronto todo el mundo quería ser su amigo y jugar con ella.

El verano pasó y yo volví a repetir sexto. Era normal teniendo en cuenta que cuando entré apenas sabía leer o escribir. Hubo muchos debates sobre si debía o no estar con niños dos años menores a mí, sobre si eso me influiría a nivel personal. Pero llegaron a la conclusión de que era mejor que estuviera preparado a nivel académico para así luego pasar a la ESO y no sentirme más angustiado aún.

En mi decimotercer cumpleaños, el primero con Eva, me hicieron una gran fiesta en un chiringuito en la playa. Vinieron todos mis compañeros... Bueno, no todos. A Eva no la dejaron venir, sus padres no se fiaban de mí. Pero en general fue genial. Hicimos juegos, gymkanas, bailes en el agua todo lo que un niño podría desear por su cumpleaños.

El hijo de Lilith (So Deep II)Where stories live. Discover now