Primera parte 3

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Después de eso llegó navidad, mi primera navidad con ellos, y esa vez, sí que sentí que estaba en una película. En esos días, ni tan siquiera Ramón me molestaba. Parecía que el olor a galletas recién horneadas nos colocaba a todos dejándonos adormilados y felices.

Montamos el árbol de navidad entre los cuatro, cinco si cuentas a Carlos en su parque, al cual le colocábamos espumillón por encima cada vez que los adultos se giraban.

Víctor estaba emocionado, enumerando la de cosas que pensaba pedirles a los Reyes Magos, recitando su carta de memoria. Vine yo a matar sus sueños.

—Los Reyes no existen, tonto —le dije con despreocupación.

Eva me lanzó una mirada inquisitiva y Ramón solo rio. Me sentí fatal durante años por esa mirada. Fue peor que un golpe en el estómago, y más aún acompañada de la risa del otro.

—¡Los Reyes claro que existen! —proclamó ella mientras me hacia el gesto de guardar silencio.

Me sentí realmente mal y no entendía que era aquello tan malo que había hecho. Solo le estaba diciendo al niño la verdad.

En un momento en el que Eva y yo nos cruzamos en la cocina, mientras Vic jugaba en el salón, me cogió por banda y me explicó qué había hecho mal.

—Sé que tú eres mayor y no crees en los Reyes, ni Papá Noel, ni el ratoncito Pérez, pero Vic es chiquitito, y tiene la ilusión por esas cosas.

En ese momento entró Ramón para coger galletas y con una en la boca añadió el dato revelador.

—La ilusión en verdad le hace a ella, que es la que se pirra por tonterías como esta —mostrando una galleta con forma de árbol de navidad.

—Vamos, que a ti no te gustan... —le respondió dando un ligero golpe con el dorso de la mano en el estómago.

—Claro que sí —dándole un beso en los labios.

Sí, a veces parecían felices y todo. Costaba ver a Ramón cariñoso con ella, pero a veces pasaba.

Aun así, salió de la cocina devorando su galleta, echándome antes una última mirada como diciendo, "mi territorio, mi hembra". No podía evitar verlo como un cavernícola.

—¿Lo has entendido Pau? —En ese momento creí que se refería a lo otro, a lo de que Ramón era el macho alfa.

—¿Como? —confuso.

—Que no les digas a los niños que no existen los Reyes. —Se llevó una galleta a la boca y empezó a mordisquearla apoyada en la encimera mientras me miraba. No sabía si irme ya o qué...— ¿Qué vas a querer tú? —me preguntó finalmente.

—¿Qué voy a querer de qué?

—Para los reyes. Qué vas a querer que te compremos tontorrón —dijo con una sonrisa ilusionada dándome un toque en la nariz.

—No lo sé. —Me encogí de hombros. No quería romper sus sueños, pero solo había una cosa en el mundo que yo quería, y no me la iba a comprar.

—Pues piensa qué quieres y escríbelo en la carta. —Me guiñó un ojo y se fue mordisqueando su galleta.

La verdad es que tuve que ponerme a ver anuncios de juguetes y esas cosas para decidir qué iba a pedirles. No me hacía ilusión nada, ni tampoco necesitaba nada. Pero para ella parecía importante "la magia de la navidad".

El hijo de Lilith (So Deep II)Where stories live. Discover now