Primera parte8

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El primer Chupachups que la vi comerse fue en el coche. No sé a dónde íbamos o qué hacíamos. Pero recuerdo la situación.

Ella iba de copiloto y yo siempre me sentaba en el asiento detrás del conductor. Era porque el coche solo tenía dos puertas y había que entrar por el lado del copiloto. Lo que hacía era entrar el primero y ayudar a colocar a Carlos que estaba en su silla a la derecha. Luego Vic se sentaba en medio.

La cosa es que ese día Ramón paró a comprar tabaco y cuando volvió le dio un Chupachups a Eva. Ella se quedó sorprendida por el detalle y le preguntó a qué venía.

—Me lo ha dado el del estanco —dijo él mientras ella le quitaba el envoltorio al caramelo.

—¿En serio? Yo pensaba que me lo habrías comprado a propósito —dijo metiéndoselo en la boca y dándole las primeras chupadas. Yo ahí ya estaba absorto.

—¿Qué más dará que te lo compre yo o que me lo regalen? Ahí lo tienes, es tuyo.

—Sí, pero a las chicas nos gusta que piensen en nosotras y nos regalen cositas bonitas —dijo con voz inocente al tiempo en que jugueteaba provocativamente con el palo y el caramelo en su boca haciéndolo rodar por su lengua y sus labios.

Ramón se le quedó mirando, y cómo no hacerlo, yo estaba embobado.

—Cerda —le dijo y ella le devolvió una sonrisa y otro gesto aún más incitador.

Ambos rieron y pronto él se puso en marcha. En ese momento ella se dio cuenta de que yo estaba mirando y que lo había visto todo. Se sorprendió y le cambio la cara. Yo traté de apartar la mirada, pero no podía. Ambos permanecimos un rato mirándonos como esos ciervos que se quedan paralizados en mitad de la carretera cuando ven un coche acercarse.

Finalmente se giró y pude respirar. Noté que ella seguía tensa en su asiento, pero siguió comiéndose el Chupachups, la única vez que recuerdo que se lo acabó mordiendo en vez de chupando.

Pasó un tiempo hasta que fui yo el que empezó a comprárselos, no quería que descubriera el motivo por el que lo hacía, así que compraba dulces de todo tipo y los iba colando por ahí. En fin, detalles...

Mi cumpleaños de los catorce fue parecido al anterior, solo que esta vez suprimimos los juegos y fue una simple parrillada en la playa con tarta a la hora de la merienda.

Este año vino más gente que el anterior, porque vinieron compañeros de mi clase, de la clase del año anterior y también amigos de las chicas.

—Pau, tienes que hacerte amigo de nuestros amigos, porque algún día nosotras no estaremos, ¿y quién cuidará de ti? —me dijo Bea.

—Lo dices como si os fuerais a morir —me reí.

—Lo digo como si bachiller fuera a ser demasiado para alguna de nosotras.

—Y cuando dice alguna de nosotras se refiere a ella y a mí —aclaró Ester—. Desde luego, yo si empiezo el curso es porque mi madre me obliga que, si no, directamente lo mandaba todo a la mierda y me buscaba un curro de lo que fuera pero ya.

—Siempre es mejor estudiar —le dije.

—Ya, pero cuando no se vale no se vale. Y yo no valgo, demás que no me gusta.

—Yo igual, creo que en cuanto cumpla los dieciocho lo dejaré.

—Todavía os falta más de un año —les recordé.

El hijo de Lilith (So Deep II)Where stories live. Discover now