Primera parte 5

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La madre de una de ellas, Amanda, tenía montada una escuela de idiomas en su casa. Era inglesa nativa y muchos de los alumnos del colegio iban ahí por las tardes. Era por esto, por lo que, las que estaban más unidas y eran más íntimas eran Ester, Bea y Amanda. Las dos primeras iban a dar clases a su casa y luego solían quedarse con esta última a echar la tarde. Me invitaron un par de veces cuando se me ocurrió la idea de pedirles a Eva y Ramón que me apuntasen a inglés.

Su casa no estaba muy lejos de la mía. Me iba todas las tardes después de mis clases con Helena, tardaba unos 20 minutos en llegar dando un paseo, y no volvía hasta que empezaba a anochecer.

Tenía un chalet bastante grande y "apañado", con su buena piscina, jardín... Pero la mayor parte del tiempo lo pasábamos en su cuarto. Veíamos películas, charlábamos y también estudiábamos. Mi nivel en las clases para cuando acabó el curso subió desorbitadamente. Normal teniendo en cuenta que tenía seis profesoras particulares. Eva, Helena, la madre de Amanda, la propia Amanda, Bea y Ester. Estudiar con estas tres era más divertido y entretenido. Ellas tenían el sistema de debatir cada lección, explicándoselas una a las otras. De esta forma yo también aprendía cosas y si les decía que no entendía algo, se paraban a explicármelo porque así también se lo memorizaban ellas.

A todo esto, se me ha olvidado mencionar lo que le regalé ese año a Eva por su cumpleaños. Ella cumple en abril, y esa vez no pensaba dejarme un pastizal en un regalo, para nada. Se me ocurrió algo mejor, algo que sabía que le haría ilusión. Enseñé a Carlos a llamarla "mamá". Me costó lo mío, la verdad. El niño solo balbuceaba tonterías, decía únicamente una sílaba de cada palabra, y más bien pareciera que nosotros aprendíamos su idioma en vez de él el nuestro.

A Eva la llamaba "Va", a mi "Au", a Víctor "I" y a Ramón "On". Lo que hacía para que aprendiese nuestros nombres era repetirlo después de él pronunciándolo bien, pero para que aprendiera a decir "mamá", me encerraba con él y me ponía una vez tras otra a decírselo para que lo repitiera enseñándole una foto de ella. Al principio me sentí un poco estúpido, no sabía si el niño reconocería que la de la foto era Eva. Pero al final dio resultado y salió perfecto.

Esa noche Ramón no estaba para la cena, normalmente no cenaba en casa, aunque asumí que al ser el cumpleaños sí que estaría... Pero, en fin.

Esperé a que ella saliera del comedor para ir a buscar el postre, cuando me acerqué a Carlos y le empecé a preguntar.

—¿Dónde está mamá Carlos? ¿Y mamá?

Entonces ella volvió y el niño la señaló al atravesar la puerta diciendo la palabra mágica.

Al principio pensó que se lo había imaginado y se quedó petrificada. Se acercó al niño.

—¿Qué has dicho Carlos?

Este permaneció callado así que tuve que animarlo de nuevo.

—Carlos —llamando su atención—, ¿quién es esta? —La señalé—. ¿Quién es?

—Mamá —repitió.

Ella se llevó las manos a la boca sorprendida y feliz. Lo levantó lo abrazó y lo besó. Otra vez, otro se lleva el mérito y la recompensa, pensé hastiado.

Supongo que fue a partir de ahí cuando empecé a llamar a Eva "mamá". No lo hice por ocultar mis sentimientos o hacerle la pelota, fue simplemente como salió. Yo le preguntaba al niño, "¿dónde está mamá? ¿Y mamá? Mira a mamá. Llámala, mamaaa..." Hasta que terminé llamándola así en mi propio nombre también.

El hijo de Lilith (So Deep II)Where stories live. Discover now