Daxos y el primer demonio

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Desperté con mucho dolor de cabeza y en el cuerpo. Parecía haber recibido al menos 10 golpes... al menos. Cuando quise levantarme noté que estaba sobre algo duro y firme, mientras el ruido de las olas chocando contra el casco me confirmó que navegaba.

Cuando estaba en pos de ponerme de pie, sentí la presión sobre mis muñecas: dos grilletes terminaban en cadenas cortas y gruesas, amarrándome a la nave. Jalé, golpeé y hasta quise morderlos, pero nada hizo ceder el firme agarre del acero.

Apenas pude sentarme cuando un soldado entraba. Desvié la mirada cuando se acercó, y recién en ese instante noté que había otro niño, aproximadamente de mi edad, preso de aquellos malditos.

El soldado, con expresión severa, se acercó con un pedazo de pan húmedo. No había notado que tenía tanta hambre. Aproveché la cercanía para morder su mano con fuerza. Arrojó el pan lejos de mí y me dio un golpe que hasta hoy recuerdo.

- Maldita caprichosa! Aquí aprenderás modales, o te comportas o recibes el castigo! - dijo golpeándome nuevamente. Pude sentir como la sangre se agolpaba dentro de mi boca. El soldado sin nombre se fue arrastrando los pies y le dio un trozo de pan a mi único compañero quien, advertido por mi actitud, aceptó el pan sin chistar. Cuando sentimos el pestillo de la puerta, el muchacho se acercó despacio lo máximo que las cadenas le permitían y me lanzó la mitad de su pan.

- Tendrás que mantenerte en silencio ante ellos o morirás de hambre - susurró. - Cómo te llamas? - preguntó con la mirada amable mientras yo devoraba el trozo de pan compartido.

- Kalei... y tú?

- Daxos - respondió. - Tenías hambre... es normal, pasaste 3 días dormida - dijo con voz grave. Maldije entre dientes y respondí.

- Me tomaron de sorpresa - susurré. En ese instante cerramos la boca. Oímos de nuevo el pestillo de la puerta.

- Ahí la tienes. Inténtalo tú, y si da problemas, ocupate de ella - le dijo el soldado que mordí a otro, bastante más grande y de expresión dura y tosca. Se acercó con un trozo de pan en la mano e intentó meterlo en mi boca a la fuerza mientras el otro soldado salía.

Apreté fuerte los labios y lo poco de alimento que me hizo tragar tomando con fuerza mi mandíbula, se lo escupí a la cara. Fue demasiado. El primer golpe que me asestó me dejó mareada. El segundo fue en la cintura, y el tercero me desgarró la ropa sobre la pierna. Daxos gritó en protesta.

- No la golpees!!

- Cierra la maldita boca! - gritó el mayor amenazando con su cinturón.

Justo cuando iba a golpearme de nuevo, pareció notar algo. Sonriendo, se detuvo y se puso de pie.

- Tendrás tu merecido - dijo mientras quitaba su armadura. No quise mirarlo. Todo parecía estar borroso y confuso a mi alrededor. A lo lejos, podía oír como gritaba Daxos, tratando de captar la atención del soldado él mismo en lugar de concentrarse en mí. El soldado griego se desvistió por completo y se acercó hasta mí, con la mirada adusta y llena de un brillo peculiar.

Los demonios de KaleiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora