001. (Resubido)

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Estaba simplemente al borde de la locura, de un desvarío mental que no me dejaba pensar con claridad, ¿Acaso todo estaba perdido? ¿mi nombre? ¿mis creencias? ¿todo por lo que intente luchar? ¿toda la sangre derramada? ¿solo fue tiempo perdido? Escuche la voz de mi padre retumbar en mis oídos como aquel eco continuo de un grito entre las montañas.

Te amo hijo, lamento todo esto.

Todo transcurría frente mis ojos otra vez como si fueran vaivenes de recuerdos que me trajeron a este lugar, a este preciso instante, desde aquella fiesta, aquella dichosa e inolvidable fiesta.

—Tranquilo viejo, saldremos de esta —escuche a duras penas decir a mi compañero de armas a mi lado, aun se escuchaba optimista, como si tuviera un plan de emergencia como si no tuviera una soga atada al cuello.

Cuando era niño vi como las personas pedían que ejecutaran a sangre fría a un hombre acusado de traición a la patria, jamás creí que podía estar en su lugar, jamás creí que su hijo, quien por un tiempo considere mi amigo fuera quien tiraría la palanca que nos llevaría al limbo.

Estoy aquí, al borde de la locura con mis manos atadas y mi boca amordazada, con un compañero junto a mí intentando sacar todo su optimismo. Mi cuerpo se aligera, queda poco tiempo aun así no tengo miedo.

La bondad y la maldad son solo un concepto,
El miedo está en tu mente, respira hondo,
Se paciente.

Algún tiempo atrás.

Era la fiesta del año en nuestro distrito y mis padres eran los anfitriones, cada año por esas fechas —antes de que comenzará otoño y terminará el verano— organizaban una fiesta sin ni un significado o propósito, solo para que las personas se lucieran he hicieran alarde de su dinero. Jamás fui partidario de aquellas celebraciones ya que la idea de estar entre grandes cantidades de personas me provocaba rechazo, no era muy bueno instaurando relaciones sociales.

—Pon tu mejor cara, un traje bonito y finge ser interesante —Dijo Tenten mientras me ayudaba a arreglar la corbata de moño que traía puesta.

—¿No crees que lo haces sonar muy simple? —Contesté mientras yo arreglaba y peinaba su cabello.

Ella solo sonrió.

Tenten era quien trabajaba para la casa hacía ya casi cuatro o cinco meses desde que su madre había fallecido, teníamos la misma edad, ella tenía grandes ojos almendra y cabello castaño. Su madre trabajo en casa y cuido de mí y mi hermano desde que tengo memoria, prácticamente crecí junto a ella y junto a su hermano mayor, quien también por un tiempo trabajo en casa. La consideraba mi amiga más cercana — tal vez hasta la única— que tenía.

—No puedo creer que perdamos el tiempo en esto...—Escuche decir a mi hermano con suavidad, casi susurrando, cuando llegue junto a él luego de bajar las escaleras, él sostenía una copa de vino en la mano y la llevaba con sigilo a sus labios.

—Es una estupidez, habría preferido estar pintando —le contesté en voz baja

Casi boto un sorbo de vino al suelo, pero contuvo su risa y me miro—. Tú necesitas esta fiesta, hermanito. Creo que te casaras con uno de tus cuadros si sigues así.

—No eres el mejor para darme consejos, Shin —Dije frunciendo el ceño.

Me miro desafiante, echando chispas en los ojos, para luego sonreír—. Al menos sé que estoy enamorado y en algún momento huiremos juntos, tú solo tienes esos lienzos en tu habitación.

Shin y yo pese a tener nuestras diferencias, discutir por cosas pequeñas, competencias absurdas e insultos que caían en ridiculeces, siempre fuimos muy unidos desde niños. Él me enseñaba lo que sabía, me mantenía informado respecto a todo lo que hacía y en lo que trabajaba, era cuatro años mayor que yo, había terminado sus estudios de abogacía hacía unos dos años, era inteligente y sabio, de emociones espontáneas, su vida no era guiada por una brújula moral distorsionada, quería proteger lo que consideraba correcto, como papá antes de dejarse llevar por las riquezas y el dinero.

Para Cuando Me Olvides [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora