Capitulo 3: ¿los no carros vuelan?

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Kim JongIn, 02 de diciembre de 2045.

En algún lugar de lo que era la tierra.

     —JongIn, ¿qué demonios?- Kyungsoo me miró confundido, reflejando mi sentir.

¿Otro mal sueño? ¿Eran estas jodidas pesadillas?

Antes de darme tiempo de pensar que rayos estaba sucediendo una sacudida me sacó de mis pensamientos, el suelo temblaba al igual que el maldito techo, o lo que parecía serlo, mirase donde mirase había tierra donde deberían haber paredes. Kyungsoo, cayendo en cuenta de que me encontraba a punto de un colapso mental, colocó su pálida mano sobre mi pecho en una petición silenciosa para que volviera a lo que, al parecer, fue mi posición original antes de tener mi pequeño momento de resucitación. Accedí ¿Qué otra opción tenía? terminé recostado contra lo que era la cama más dura en la que había estado jamás, mi chico de cabello azabache se posicionó de lado, enredando sus piernas desnudas contra mi extremidad derecha, mientras su brazo derecho serpenteaba por todo mi pecho desnudo y su siniestra se ocultaba por debajo de la almohada que sostenía su cabeza. La almohada era, al parecer, lo único civilizado que teníamos en aquel pequeño "cuarto" iluminado simplemente por un cuarteto de velas, estratégicamente colocadas para lograr dar luz a casi todo el lugar.

Me concentré en la mano de mi chico, se mecía de arriba abajo, acariciando mi piel y dejando un camino de calor sea donde sea que sus dedos tocaran, intentaba calmarme y lo tenía profundamente agradecido pues de no ser así probablemente terminaría gritando fuera de control pues, al menos eso me parecía, había una especie de fiesta sobre donde nos encontrábamos ya que todo el cuarto temblaba sin control.

Giré hasta quedar frente a Kyungsoo, lo cual me preocupó, debajo de sus ojos eran visibles dos bolsas oscuras, tenía un poco enrojecidos los ojos y su cabello se encontraba enredado, con pequeñas manchas de lodo, sin embargo, una sonrisa comenzó a formarse sobre sus labios. Ahora nuestras piernas se enredaban y entre las mismas se encontraba la sabana. Imité su posición al llevar mi mano derecha debajo de la almohada pero, a diferencia de él, llevé mi zurda a su cintura, acariciando el hueso que sobre-salía de su cadera. ¿Kyungsoo siempre había sido así de delgado?

     —Deberíamos buscar otro lugar...de nuevo, las sacudidas han sido más frecuentes desde hace un par de semanas, pero no te preocupes, ahora ya sabemos a donde dirigirnos.-comentó como quien no quiere tal cosa.

¿Habíamos estado mudándonos constantemente? ¿Por qué demonios vivíamos bajo la tierra, como si fuésemos alguna especie de animal subterráneo?

Quizá habría seguido con mi propia versión de "20 preguntas" si mis pensamientos no me hubiesen proyectado la imagen de una sonrisa con hoyuelos. Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral, Kyungsoo en repuesta, creyendo que tenía frío, se acercó más a mí. Hundí mi cabeza en la curva de su cuello e inhale su aroma para tranquilizarme. Era obvio el porque había terminado aquí, lo más seguro es que fuese todo obra del maldito que me había puesto en la situación anterior a la que ahora me encontraba. Cerré los ojos, me volví a estremecer y las palabras de aquel joven volvieron a mi mente, logrando hacerme temblar de miedo al comprender qué era lo que intentaban pronosticar... un mal augurio para mí.

"Entregó mi sufrimiento

y a cambió del dulce tormento

entre mis manos sujetaré de nuevo el momento.

Y aunque todos las mañanas regrese al primer día

arrepintiéndome en seguida

solamente las plumas blancas harán regresar a la alegría."

Y Kyungsoo muere.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora