Capítulo 3

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No puedo creer que mi suerte llegue a ser tanta, maldito el segundo donde ese imbécil se cruzó en mi camino. No puedo creer que después de todo lo que he pasado me hayan descubierto. ¡Estúpido! ¿Por qué tuvo que venir justamente hoy a molestar mi hermoso ser?

Él me observa en silencio y con una sonrisa digna de una película de terror. Sé que me despedirá porque digo, ¿quién en su sano juicio dejará a una stripper trabajar de día en tu empresa y de noche bailar? La respuesta es sencilla: nadie.

—¿Me vas a ignorar?—pregunta mientras yo sigo repartiendo bebidas y lo ignoro completamente.

—Angelito del infierno—ruedo los ojos porque, en definitiva, hoy no es mi día.

—¿Qué pides?—pregunto mientras espero a que se digne a hablar y no a mirarme los senos como un depravado sexual. Aunque comienzo a pensar que lo es.

—Dame un whisky—responde. Me doy vuelta a buscar su bebida siendo consciente de que me mira el trasero.

—Parecer desesperado nunca te ha hecho ver sexy—le respondo mientras le paso su alcohol.

—Siempre con algo que decir bonita—Naraku sonríe mientras lleva el alcohol a sus labios.

—Siguiente—lo hago rodar para poder servir a más personas, las personas están acumuladas en la barra locas por venir a beber.

—Tengo una secretaría muy sexy—murmura Inuyasha con una sonrisa pícara en sus labios.

—Lástima que el jefe sea un idiota—y su sonrisa se esfuma.

—Que amargadita estas—murmura dando un trago a su bebida.

Lo miro detenidamente y luego su vaso. Una idea algo descabellada llega a mi mente, pero si funciona podré conservar mi empleo.

—Se acabó mi turno—y lo dejo con la palabra en la boca.

***

—¡Estás loca!—grita mi otro jefe mientras da vueltas.

—Por favor Bankotsu—pongo mis manos adelante en modo de súplica.

—¿De das cuenta de lo que hablas?—pregunta quedando frente a mí.

—Lo sé, pero es lo único que se me ocurre. Ese trabajo me da un buen sueldo que sabes necesito porque tengo un niño de ocho años con necesidades de escuela, hospital, cosas tecnológicas, entre otras cosas—le hago saber algo derrotada.

—Pero, ¿drogar a un cliente?—pregunta negando—¿te estás escuchando?—suspiro.

—Lo siento, olvida todo, mejor me voy—camino hasta la puerta.

—Espera—una sonrisa triunfadora se asoma en mis labios.

—¿Puedo?—pregunto temerosa de su respuesta, aunque verdad la necesito.

—Todo queda bajo tu responsabilidad—me advierte y yo pongo mi mejor cara de ángel.

—Muchas gracias—respondo feliz.

—Entonces vete y haz lo que tengas que hacer—sugiere y le hago caso.

—¿Qué te dijo?—la voz de Sango me sobresalta de mala manera.

—Qué no estaba preparada para casi morir de un paro cardiaco—ella rueda los ojos en señal de que deje el sarcasmo y hable.

—Entonces...

—Dijo que sí, pero que todo queda bajo mi responsabilidad—asiente. contenta.

—Mejor avanzamos—caminamos y ella se filtra entre la multitud mientras yo hablo con los "chicos peligrosos".

¡¿Stripper?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora