Su alarma suena. El sonido es demasiado fuerte, así que la apaga para no despertar a Louis. Gracias a Dios el no se ha dormido, de haber sido así, ni con 20 alarmas sonando al mismo tiempo hubiese abierto los ojos. Su turno ha terminado, son las 6 pm y ya debería estar saliendo de aquí o Alanna los atraparía.
Con su celular en la mano, Harry se recuesta unos segundos más al lado de Louis. Restriega la punta de su nariz contra la mejilla rasposa de Louis. Lleva al menos dos días sin quitarse la barba, sabe que al más joven le encanta. Siente al castaño removerse más cerca de su tacto, se ríe silenciosamente. Besa sus labios suavemente, Louis no tarda en responderle. Al parecer ha despertado.
—No quiero que te vayas.
—Yo tampoco quiero irme, Papi. Pero tengo que.
El mayor lo atrae hacia el, uniendo sus labios en un largo beso, de despedida. De manera rápida, Harry corre al baño para asearse y vestirse. Frente al espejo, arregla su cabello lo mejor que puede. Una vez listo, sale del baño, encontrandose con Louis dormido. Sabe que la noche anterior estuvo trabajando en un nuevo proyecto para la empresa de Alanna hasta tarde, así que está cansando.
—Cuídate, bebé.
Escucha la voz de Louis cuando está a un paso fuera de la habitación. Sonríe de lado, corre y se tira de rodillas sobre la cama para besar repetidas veces la mejilla del mayor.
—Adiós, Papi. Te quiero.
—Yo más, princesa.
Ahora si, sale de ahí con una brillante sonrisa. Va bajando las escaleras cuando la puerta principal se abre. Alanna entra vestida elegantemente y unas bolsas de papel blancas cuelgan de sus flacos brazos.
—Hey, Harry ¿Sigues aquí? Y... ¿Qué hacías arriba?
—Acomodaba la ropa limpia, nada más.
—Okay, no importa. Que bueno que te veo, ven.
Termina de bajar a trotes pequeños. Sigue con una sonrisa plasmada en su rostro. Ha pasado una tarde increíble con su papi.
Cuando llega con la mujer, ella se sienta en un sillón rojo, tomando una bolsa. De ahí saca algo y comienza a buscar entre ellas.
—¡Aquí está! —exclama—. Es una invitación para la boda, esperamos que asistas.
Le dice con una sonrisa que parece más una mueca.
—Oh —su expresión alegre cae visiblemente—. Gracias. Claro que estaré ahí.
Siente el papel quemando en sus dedos. La guarda en el bolsillo trasero de sus pantalones y aún la siente caliente.
—Perfecto. Nos vemos hasta el lunes.
Sale de la casa, con la mirada caída.
Así que en verdad lo hará, piensa de camino a la parada de autobuses. Quiere llorar, tirarse al suelo y gritar.
Siempre había tenido la pequeña esperanza de que Louis cancelará la boda. Que le dijera a su prometida que estaba enamorado de Harry y que no podía hacerlo. Es muy iluso, ni siquiera sabe como puede imaginarse eso. Hasta en su mente suena demasiado absurdo e improbable.
Al llegar a casa lo recibe su madre, quien está mirando una película con su primo, Niall. Tienen palomitas y toda la cosa. Harry los saluda a los dos con un beso en la mejilla. Su madre dice que puede prepararse algo mientras, porque la cena tardaría un poco, ya que la haría después de que el filme acabase.
—Estoy bien, ma —dice, sonriendo y caminando en dirección a su habitación—. Comí algo en casa de los Tomlinson.
—Está bien, entonces. Pero si tienes hambre me dices.