Es lunes por la tarde y Harry no fue a trabajar. Le había enviado un mensaje a Alanna, diciendo en el que se sentía mal. No mentía. Desde el domingo por la mañana, estaba teniendo dolores de cabeza y una leve temperatura alta. Debía ser porque el sábado se mojó en la lluvia cuando fue por unas donas para su madre.
En la Universidad no le fue muy bien. Llegó tarde a su primera hora y casi no lo dejan pasar. Al entrar a su salón, había pateado la puerta sin querer, y después pegándose en el ojo con ella. Su ojo quedó terriblemente morado oscuro, además dolía. Todo el día sus compañeros -los que no sabían que pasó- estuvieron llamándolo como Princesa Ruda. Porque según, se había agarrado a golpes con alguien. En un momento, se hartó de Damián, un chico que siempre se está burlando de él. Ese mismo fue quien empezó lo del apodo. Bueno, lo enfadó tanto que terminó caminando hasta su mesa, para soltarle una fuerte bofetada. Él mismo se había asustado por su actitud, pero se sentía demasiado humillado como para seguir con eso.
Su celular vibra justo cuando va a empezar su tarea de psicología. No quiere hablar con nadie, incluso pegó una hoja en la puerta de su habitación para que nadie molestara.
Lou: ¿Por qué no viniste, bebé? Te extraño.
No va a rodar los ojos. No lo hará.
Lo hizo.
Rueda los ojos, leyendo el mensaje de Louis. Lo quiere, pero está harto de todos los seres humanos ahora.
"Estoy enfermo" contesta. Dejando su celular cerca por cualquier cosa. Y por cualquier cosa se refiere a otro mensaje de Louis.
Lou: Estoy yendo a tu casa. Espérame.
Se reacomoda en su lugar. Tiene suerte de que su madre esté en el trabajo. Niall está abajo pero ya sabía.
Suspira, leyendo la instrucción de su tarea. Necesita escribir una experiencia pasada que sea vergonzosa y tonta a la vez. Y Harry recuerda una. Así que comienza a escribir, con una mini sonrisa en el rostro. Estaba tan perdido en su tonta historia, que no se fijó que su puerta estaba siendo abierta.
—¿Se puede? Ahí dice que no te molesten.
La cabeza castaña y despeinada de Louis se asoma por la puerta entre abierta. Tiene una ceja para arriba y media sonrisa.
—Pasa.
Su voz suena cansada y grave. Llevaba horas sin hablar con alguien.
—Tu primo me abrió la puerta. Creo que me amenazó o algo, no entendí muy bien. Tenía media hamburguesa en la boca.
—Si, ese es Niall.
Quiere reírse pero sus ánimos se lo impiden.
—¿Qué tienes, bebé? Luces triste.
—Me duele la cabeza y me golpeé el ojo hoy.
—Aw. Pobrecita princesa.
El corazón de Harry se remueve alegre al oír eso. Sonríe bobamente, mientras Louis se sienta a su lado, acercando sus rostros para darle un beso en los labios. Lo toma de la nuca, tratando se hacerlo más profundo y duro. Pero el rizado de aleja.
—Estoy haciendo tarea, Papi.
—Y... ¿qué tienes que hacer?
—Escribir una experiencia que se me haga tonta y vergonzosa a la vez.
—¿Cuál es?
—Mi primera última clase de fútbol.
El castaño lo mira con sus ojos azules sorprendidos.