The Way You Make Me Feel (Español Camren)

Capitulo 11: Dignidad

El cielo estaba cubierto por pequeños nubarrones. Hace no mucho que la lluvia seso dando pasó a los diminutos charcos que se formaban en las calles. Lauren amaba chapotear en ellos, se sentía como una niña haciéndolo. Como si no hubiese preocupaciones por las que lidiar, tan pura e inocente, cosas de las cuales carecía.

Siempre le sentaba bien caminar y más cuando el cielo lloraba. Le trasmitía un sentimiento melancólico que la hacía pensar con el corazón y no con la cabeza, como ahora estaba sucediendo.

Después de la inesperada noche que paso al lado de Camila, al despertarse la culpa la recorrió, pues sabía que solamente la uso para su satisfacción y la chica no se merecía eso, nadie lo merecía. Así que mejor decidió salir de su casa y dejar a la joven dormida, para evitarse la incómoda situación que prosigue después de una noche de sexo loca sin sentimientos de por medio, al menos por parte de ella. Era consciente de que debía romper cualquier vínculo que tuviera con Camila, pero no podía hacerlo, o era más bien que no quería. No pretendía enamorarla y si eso sucedía se encontraría verdaderamente mal. La culpa la arrollaría, porque ella no tenía la culpa de nada.

Un fuerte suspiro se coló por sus labios. Esto se está saliendo de sus manos y desconocía como tomar las riendas de este asunto. El enamorarse de la tímida joven, no era una opción, pero lamentablemente estaba ocurriendo. Camila estaba ocupando el lugar que "La sombra" tenía en el corazón de Lauren y eso le asustaba. ¿En qué momento sucedió? ¿Acaso paso ayer cuando sus cuerpos se consumieron por el deseo, ocultando algo más que solo lujuria? ¿O sucedió cuando Camila susurro quedamente que la quería? Sencillamente lo desconocía y prefería no averiguarlo. Su mente enmarañaba un pensamiento con otro. Hace solo un segundo proclamaba que solo fue sexo sin sentimientos con Camila y ahora que la muchacha se alojó en su corazón. Valla situación.

Tras avanzar otro poco llego hasta la puerta de su casa. Solo esperaba que Camila ya se hubiese ido y que no tuviera problemas con su padre. Ella conocía a Alejandro y su fuerte temperamento, y claro que no toleraría ese comportamiento de su pequeña y favorita hija.

Metió las llaves dentro de la cerradura, dio un giro y la barrera de madera fue abierta con premura. Cerró la puerta detrás suyo. Quito el gran abrigo de su anatomía y lo colgó en el perchero que se encontraba al lado del sofá blanco.

Recorrió con sus orbes todo el lugar y se dio cuenta que efectivamente Camila no se encontraba en su casa. Una oleada de decepción se posó en su pecho. Esperaba que aún estuviera ahí, aunque hace no mucho rogaba porque no fuera así. Ni ella misma se entiende, pero el amor es así: inentendible y todo esto es una mierda, así de simple.

Tomo a su hermoso gato Benito entre sus brazos y lo acurruco en su pecho, dándole pequeños besos en su cabecilla blanca. Ese gato era lo único bueno que tenía en la vida, además de sus hermanos y la frágil joven de ojos cafés.

Abrió la puerta de su cuarto, este estaba completamente oscuro, por lo que estiro su brazo para encender la luz, sosteniendo a Benito únicamente con un brazo.

Cuando la habitación se ilumino, sus orbes se abrieron en total asombro y Benito resbalo de su brazo por el tremendo susto, cayendo en el suelo parado, sin hacerse ningún daño.

En la esquina de su habitación, mirando uno de sus pósters de Michael Jackson, se encontraba su silueta dándole la espalda. No había que ser un adivino para saber de quien se trataba. Sus manos comenzaron a sudar incesantemente, y su cuerpo se paralizó en el lugar, sin poder moverse o formular palabra alguna.

El intruso se giró lentamente, su postura siempre derrochando prepotencia y superioridad. El opulento traje se ceñía a su cuerpo, tan impoluto como siempre.